Ana Caller de Donosteve, más conocida como Ana de Pombo nació en 1895 en la finca que la familia tenía en La Cavada (Cantabria). Sus padres Francisco y Elvira pertenecían a la aristocracia y fue de su madre de la que heredó un oído musical.
Pasó su adolescencia en Barcelona y muy joven, casada y sin haber cumplido los 18 años, se marchó a París, atraída por las ensoñaciones que inspiraba la capital francesa, iniciando una próspera carrera dentro de la alta costura. Con el apoyo de unos amigos puso una casa de modas que posteriormente vendió para ser directora de empresa y secretaria personal de Coco Chanel, que abandonó por discrepancias profesionales.
Tras el abandono, abrió un establecimiento propio en el que contrató a las 52 modistas que salieron con ella. Coco la demandó, perdió el juicio y la indemnizó aunque eso no impidió que siguieran siendo buenas amigas
Ella viene a verme cada verano que se llega por estas costas malagueñas de Marbella y recordamos los viejos tiempos triunfales como si fuéramos generales en excedencia.
Jeanne Paquin la contrató para dirigir la casa que abrió en Buenos Aires. Su cometido fue atraer a la alta sociedad bonaerense, que era fiel a Balenciaga, Chanel y otros grandes de la moda. Por entonces ya arrastraba la fama de excéntrica que la acompañará durante toda su vida, y así lo demostró con los diseños de sus escaparates, basados en la iconografía de Velázquez, una tendencia retro muy aplaudida en Europa, «una mezcla de infantas y con un toque casi posmoderno de gitana sui generis», comentó la prensa de aquella época. En sus memorias relata la admiración que sus diseños despertaron en Eva Perón con la que trabajó para su visita oficial a España en 1947.
Vestido de Paquin diseñado por Ana de Pombo.
Fotografía de Roger Schall publicada en Vogue
Su prestigio en la alta costura fue básico para introducirse en el cine, donde diseñó los vestuarios de diversas películas, además de confeccionar vestidos para Dolores del Río, primera estrella del celuloide mexicano, y Lola Membrives, de Argentina. En este país conoce al que se convertiría en su tercer marido, Pablo Oliveras, un arquitecto más joven que ella, quien la incita a regresar a Europa donde proyectaría su carrera con unos fines más ambiciosos de los que tenía en Argentina.
En Madrid abrieron ‘Tebas’, donde alternaban la moda y la decoración. Ana trató de quedar en un segundo plano y cedió este espacio a su esposo quien pronto se dedicaría en exclusiva al mueble, el arte y las antigüedades. Gracias a sus contactos personales, su clientela la formaba lo más relevante de la sociedad nacional, desde Carmen Polo a destacados intelectuales de la época como Marañón y Manuel Machado. Durante los primeros años, el establecimiento fue un negocio próspero, pero tuvo que cerrar por falta de ventas.
Vestido de novia de Elviana.
Fotografía publicada en Les Modes, septiembre de 1930, p.4. Paris, Biblioteca Nacional de Francia
Llegó a Marbella en la Semana Santa de 1957 para reemprender, por enésima vez, su vida. Instaló la primera boutique de modas que se abrió en Marbella y salón de té frecuentado por ilustres visitantes como la Duquesa de Kent, famoso por los paneles inspirados en el flamenco que dibujó Cocteau en 1961.
Destacó su ingenio creativo y la facilidad con que materializaba unos diseños que adquirían sus fieles seguidoras -Beatriz de Saboya, las duquesas de Peñaranda y de Duquesa de Alba, entre otras-, pues sus propuestas eran aceptadas por cientos de incondicionales. En accesorios, nadie supera su talento y magia. Instalada en la Plaza de los Naranjos de Marbella, hace sombreros inimitables a una clientela internacional. Según sus memorias «aún recuerda el día que traspasó sus puertas Audrey Hepburn, y compró cuatro pamelas«.
Diseños de Ana de Pombo para la casa Paquin.
Imágenes del archivo del V&A de Londres
Quizá lo menos conocido sea su faceta de bailarina, en la que destacó notablemente como ‘Ana de España’. También su faceta como escritora con dos recopilaciones poéticas publicadas ’37 poemas4’ y ‘A tu puerta’ (1960), pero su principal obra fue ‘Mi última condena5’ (1971), prologada por la duquesa de Alba, donde a modo de autobiografía cuenta su historia cosmopolita.
Murió en Madrid a los 85 años de edad en la Residencia de Mayores del Santo Duque de Gandía donde se había instalado dos años antes. Su cuerpo descansa en el panteón familiar de Ampudia, entre su hijo mayor Cayo y su marido, el porteño Pablo Olivera, el amor de su vida.
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