Hija de Jan Peeters nació en Amberes (Bélgica) donde consta su bautizo en la iglesia de Santa Walpurgis en 1594. Fue una artista precoz ya que desde muy joven se ejercitó en la pintura con una dedicación profesional. No fue un caso aislado, porque la mujer en los Países Bajos se benefició de cierto cambio social para desarrollar su propio trabajo, esto fue posible por el ascenso de la burguesía, en un ambiente en el que el desarrollo económico y el entorno religioso protestante puso menos trabas a la mujer que en otros lugares. Dado el lujo y la opulencia de los bodegones que solía retratar, parece indicar que se crió en el seno de una familia adinerada
Se data su primera obra conocida en 1608, cuando tenía catorce años de edad, aunque poco sabemos de la vida de Clara Peeters, y los que se tienen hay que tomarlo con cierta precaución ya que no ostenta un soporte de investigación riguroso, por lo que pueden entenderse como bastantes confusos. También se desconoce todo lo relativo a su formación, aunque su estilo muestra concomitancias con la obra de Osias Beert, se le han supuesto estancias en Ámsterdam y La Haya, dado que su estilo en la madurez muestra cierta influencias de esos entornos.
En 1639 contrajo matrimonio en Amberes, pero contrariamente a las tradiciones culturales imperantes no abandonó por completo la pintura. La última de sus pinturas firmadas, actualmente perdida, se fechó en 1657. No existen registros su nombre ni en los gremios de pintores de Flandes ni de Holanda aunque el gremio de Amberes había comenzado a incluir mujeres desde 1602
Bodegón (1611)
Museo Nacional de El Prado, Madrid
Una peculiaridad en la obra de esta artista se pone de manifiesto cuando comenzó a pintar preciosas copas, brillantes metales, exquisitas flores y conchas raras por su mimetismo del natural, llama también la atención el realismo que imprime en las texturas, especialmente en los paños. Otro aspecto interesante de su obra es el alarde de las ricas viandas con que surtían sus mesas (pescados, carnes de caza, frutas, pasteles…) para los ricos burgueses de los Países Bajos el género del Bodegón constituyó una novedad fascinante para poder demostrar la opulencia de su posición social. En consecuencia, el Bodegón se convirtió en uno de los géneros artísticos más demandados en el curso del siglo XVII.
Meticulosa en el detalle, Peeters incluyó pequeños autorretratos en miniatura en los reflejos de las copas de algunos de sus bodegones que hábil espectador puede encontrar ya que la autora los incluyó debidamente camuflados. Algunos autores hacen hincapié en el simbolismos religiosos, concretamente en “Bodegón con un pez y un gato” (Museo Nacional de Mujeres Artistas en Washington) por la inclusión del pez, símbolo de Cristo, y que supone un caso insólito ya que los pescados no eran representados en este género, pero que más tardes gozaron de cierta popularidad.
Mesa (1611)
Museo Nacional de El Prado, Madrid
Hacia 1611 su estilo maduró completamente. Fue el año en que pintó el grupo que se encuentra en el Museo del Prado “Bodegón con Peces”, “Bodegón con tarta” y “Bodegón con pasas” procedentes de la colección real, en el que llega a una gran maestría en la imitación de texturas, el dominio de las formas, el manejo del espacio y la iluminación. A día de hoy sólo se conservan un total de treinta y nueve cuadros con su firma o con inscripciones que llevan su nombre, aunque como casi siempre en el caso de las mujeres artistas son pocos los que se le pueden atribuir con certeza, si bien se le reconoce a Clara Peeters como pionera en el campo de la naturaleza muerta y una figura clave en la pintura barroca flamenca.
Murió en La Haya (Holanda) en 1657 en circunstancias desconocidas dejando como seña de identidad su firma en los cantos de cuchillos de sus bodegones.
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