Emma Reyes nació en Bogotá (Colombia) en 1919-Burdeos. Tras quedar huérfana a muy corta edad, Emma, fue dejada al cuidado de una señora junto a su hermana Helena.
Posteriormente, las niñas fueron ingresadas en un convento en el que padecieron todo tipo de calamidades. Aprendió a leer y a escribir muy tarde y no asistió a la escuela ni a la universidad. Vivió y trabajó en Francia desde los años 50 hasta su muerte.
Alrededor de 1940, después de una infancia atravesada por el abandono y la pobreza, Emma Reyes viajó hasta Buenos Aires, donde tuvo su primer contacto con la pintura. Estas primeras obras hacían referencia a las plazas y mercados que había encontrado en su viaje por Latinoamérica.
En 1947 ganó una beca de la Fundación Roncoroni, para estudiar en la academia de André Lothe de París y en 1949 realizó su primera exposición en la galería Kléber de esta ciudad.
A finales de los 50 estuvo en residencia en México en el taller de Diego Rivera, tras haber llegado a México como delegada al Primer Congreso Panamericano de la Unesco. Durante su paso por México trabajó con Rivera en un mural para el estadio olímpico de la Ciudad Universitaria durante varios meses y entró en contacto con la escena artística e intelectual del DF.
Portraits Imaginaires (s/f)
Colección Emma Reyes
Más tarde comenzó a trabajar como asistente en la Galería de Arte Contemporáneo con Lola Álvarez Bravo, donde realizó su primera exposición individual, con obras producidas en París y en México. Durante sus últimos meses en México trabajó en el montaje de la famosa exposición de Frida Kahlo en la galería de Álvarez Bravo.
Es verdad que mis pinturas son gritos sin corriente de aire. Mis monstruos salen de la mano y son hombres y dioses o animales o mitad de todo. Luis Caballero dice que yo no pinto mis cuadros: que los escribo.
Portraits Imaginaires (s/f)
Colección Emma Reyes
El tema central en las pinturas de Emma Reyes es el destino; cada uno de sus monstruos, bestias y hombres que retrata está subordinado al irremediable devenir de los acontecimientos de la vida misma. Para la artista, es en el destino donde “reside la fuerza tan grande de convencimiento de la obra que por momentos se presenta fría, cruel, sin sombra de sonrisa o de misericordia y, sin embargo, es tan humana como legendaria, a la vez moderna y primitiva”. El papel que juega el destino en sus obras se combina con otros elementos inherentes a la naturaleza de sus personajes, como los son la raza, los hábitos, las tradiciones, la religión y la familia.
En 1954 viajó a Roma para continuar sus estudios con el artista futurista Enrico Prampolini. En esta etapa decidió alejarse del estilo indigenista y de referencia a Latinoamérica que había trabajado en sus dibujos y pinturas, y entró en una etapa de experimentación y transición en la que explora la relación entre la figuración y la abstracción de composición geométrica.
Falleció en Burdeos (Francia) en 2003.
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