(En primera persona)

Mi historia comienza un 15 de enero de 1955 en San Juan Comalapa, Guatemala. Fui una de diez hijos y crecí en una familia trabajadora. Mi padre era agricultor. Mi madre nos enseñó el arte de tejer, quería que aprendiéramos un oficio, aparte de lo que aprendíamos en la escuela.

Desde que era niña le tomé un gran gusto al arte. En los concursos de la escuela, siempre estaba entre los mejores lugares en las categorías de dibujo o pintura. Fue mi abuelo Francisco Cúmez quien me motivó a inscribirme en clases de dibujo y pintura. Él era escultor y vio algo en mí que alentaba.

Comencé mi carrera como artista en 1985 y, desde entonces, he dedicado la mayor parte de mi tiempo a la pintura. Es una manera de expresar mis sentimientos, ideas y fantasías.

Luna Plateada Dorada (2007)

Estudié con un excelente maestro de pintura, Salvador Cúmez Curruchich. Me enamoré de mi maestro y ahora es mi marido. Ha seguido enseñándome mucho sobre el arte y la vida. Ahora que soy adulta y he madurado como artista, paso parte de mi tiempo enseñando todo lo que he aprendido. Es algo maravilloso para mí porque siento que es una manera de dar algo a cambio por todo lo que Salvador me enseñó. He podido dedicar mi tiempo a la pintura, a criar a mis hijos y a estar con mis amigos; creo que me ven como una buena amiga, honesta y generosa.

Mi inspiración proviene de mi cultura, de mi pueblo, de mi vida, del libro sagrado maya Popol Vuh y de nuestras mujeres indígenas. La mujer es la base de la sociedad y, si esta base es fuerte, entonces seremos capaces de construir una mejor Guatemala.

Uno de los momentos que más me ha marcado e inspirado a luchar por la emancipación de las mujeres indígenas fue una actividad escolar que hicimos para el 15 de septiembre, Día de la Independencia. Tuvimos que marchar en un desfile vistiendo uniformes escolares. Mi madre me había tejido un huipil tradicional, pero el maestro no quiso que yo marchara con esta vestimenta regional. Eso me dolió mucho, pues siempre he vestido faldas y huipiles y estoy orgullosa de mis raíces.

Nana Luna (2002)

En “Crusando Fronteras” me sentí inspirada por las vidas de las muchas mujeres que han sido margenizadas; a quienes sus maridos han abandonado; quienes tienen problemas familiares o falta de empleo. Por desgracia, en esta situación son los hijos los que sufren. Como mujeres somos responsables y trabajadoras y nos atrevemos a buscar nuevas oportunidades, trabajando por nosotras y por nuestras familias. De esta manera, nos sentimos en paz con nuestras vidas y las de nuestros seres queridos. Es un viaje que emprendemos conociendo los riesgos y, no obstante, con determinación.

(sobre la artista)

Paula Nicho Cúmez es una pintora reconocida internacionalmente, nacida en el pueblo maya Kaqchikel, en San Juan Comalapa (Guatemala). El pueblo es hogar de muchos artistas mayas; aunque muy pocos son mujeres. En 1985, Paula ayudó a formar una cooperativa de mujeres pintoras, las Pintoras Surrealistas Kaqchikeles. Durante su larga trayectoria ha recibido varios premios importantes. Su trabajo ha sido publicado en varios libros, incluyendo, Arte Naif: Contemporary Guatemalan Mayan Painting de la UNESCO (1998) y Contemporary Guatemalan Paintings (2001).

Proceso y Visión de los Acuerdos de Paz (2007)

Su vida inspiró el cortometraje ganador Del Azul al Cielo (2007), dirigido por Ana Carlos. Paula ha expuesto su obra en toda Guatemala y en Ottawa, Canadá; también ha expuesto en Berkeley y San Francisco en los EE.UU. Fue la única mujer maya invitada a la ceremonia de inauguración del Museum of the American Indian en el Smithsonian Institute en Washington, D.C. (2004) y una de sus pinturas forma parte de la colección.

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