Victoria de Malinowska nació en una ciudad de Polonia en 1890 en el seno de una familia de origen ruso. Hija de un general del ejército ruso. Sobre sus años de juventud, sabemos que recorrió Crimea y la estepa de Siberia, visitó los museos de Varsovia, San Petersburgo, Berlín y acabó instálandose en París dónde en 1912 le retrató Ignacio de Zuloaga. Por entonces realizó algún viaje a España como visitante, pero al llegar la primera gran guerra, tuvo que emigrar a la península  por necesidad junto a su madre y su hermana, también pintora.

Retrato de de Victoria Malinowska (La Rusa).

Ignacio de Zuluaga (1912)

Apenas han trascendido más datos de su vida. Por la prensa se sabe que fue autodidacta, y que había viajado y visitado los museos de diferentes lugares de Europa como Varsovia, San Petersburgo, Berlín…  antes de instalarse en París. A España debió llegar en torno a 1915 y debió vivir con escasos medios al principio, aunque más adelante con cierta holgura, logrando enviar dinero a su familia gracias a la venta de retratos en los círculos de la alta sociedad madrileña. Este mercado condicionó su obra.

Sus retratos, bodegones y paisajes, resueltos en gamas claras y a veces atrevidas, poco a poco se fueron adaptando a los gustos de sus clientes y de la oficialidad.

La puesta de largo de Malinowska en el Museo de Arte Moderno de Madrid, fue un triunfo logrado tras el éxito de sus otras individuales, y fruto también de sus contactos sociales, acudió el ministro de Polonia, y otras muchas personas del más influyente ambiente madrileño.

El montante de obras que colgó en el Museo superaba las 70, entre paisajes al óleo, retratos y cuadros de flores, según lo narrado en La Época. La prensa le atribuyó cierto éxito de público y crítica, aunque las impresiones no fueron unísonas. En cambio, los más adeptos a la pintora, destacaron su “agilísima mano”, con rasgos y trazos rápidos y colores suaves que compensaban su “deliberado difuminado”.

Pequeñas pescadoras de Ondarroa (1912)

Más allá de 1926 poco sabemos de esta artista. Su rastro se pierde a partir de estas fechas. Pudo volver a San Sebastián, o instalarse en bayona, porque en 1952 participó en la III Exposición de artistas Franceses de L’Union Bayonnaise des Arts44, celebrada en San Sebastián.

Se trata de una artista injustamente olvidada pese a haber conseguido exponer individualmente en varios lugares de prestigio de Madrid, como el Círculo de Bellas Artes (1918), el Salón Iturrioz (1919), los Patios del Ministerio de Estado (1920), el Ritz (1922) y el Museo de Arte Moderno (1925). Realizó también algunas muestras en el Salón de Artistas Vascos de Bilbao y San Sebastián, pintando algunos retratos de mujeres vascas.

 

Retrato de señorita (1918)

De su amistad con Ignacio Zuloaga, queda su famoso retrato llamado “Retrato de Madame Malinowska (La Rusa” de 1912, que fue adquirido por el MAM en 1929.

 

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