Alejandrina Gessler Shaw, conocida en los círculos artísticos como Madame Anselma, nació en Cádiz en 1831. Su vida transcurrió envuelta en un ambiente propenso a la afición por el arte. Sus padres fueron Alejandro Gessler, cónsul general de Rusia en España, y Aurora Shaw, descendiente de una distinguida familia andaluza.

Henriette Browne «Retrato de madame Anselma»  (1865) (detalle)

Colección Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid

Recibió en Cádiz las primeras lecciones de Dibujo y Pintura. En el domicilio familiar se encontraba una importante colección de cuadros que irían acrecentando su vocación artística que, lejos de ser ignorada, fue alentada por sus progenitores. Con ese motivo emprendieron con ella en 1852 un viaje artístico por Europa para visitar los principales museos de Madrid, París, Londres, Berlín y San Petersburgo.

Un año después, contrajo matrimonio con el diplomático francés Carlos Lacroix, a quien había conocido como vicecónsul de Francia en Cádiz, fijando su residencia en París, donde asistió a las clases que Chaplin, Gérome, Baunat y Lefevre impartían en la Academia Libre.

Fiesta purificación del natalicio en Marruecos)
Colección Academia de Bellas Artes de San Fernando. Maadrid
(1872-1880)

A partir de este momento su evolución estilística, partiendo de un clasicismo en la composición y en las figuras, evoluciona hacia una soltura técnica y un perfecto dominio del oficio logrado mediante la copia de cuadros importantes de los grandes pintores.

En 1863 expuso por primera vez en el Salón de París, lo que haría desde entonces con regularidad, principalmente con cuadros de escenas religiosas, retratos y composiciones alegóricas.

Pintura de techo en la sala de la Cacharrería.

Ateneo de Madrid

En 1871 volvió a Cádiz, interesándose por los Carnavales y la Semana Santa, motivos que incorporó a sus pinturas. Al año siguiente emprendió un viaje a Tánger que le sirvió de inspiración para pintar temas marroquíes, como “Natalicio en Tánger” o “Niño árabe”. En el camino de regreso a París pasó por Madrid, donde realizó dos excelentes copias de los cuadros de Velázquez Las Hilanderas y Las Lanzas, que se encuentran en el Museo de la Academia de la capital de España. En 1878 fue nombrada académica supernumeraria en la Academia de Bellas Artes de Cádiz, institución a la que donó su obra ·”La Adoración de la Cruz”, tras ser premiada con una Medalla de Oro en la Exposición de Bellas Artes organizada por la Academia gaditana en 1883.

Para completar sus conocimientos artísticos, Alejandrina emprendió en 1881 un viaje por las principales ciudades de Italia, producto del cual pintaría un año más tarde una representación de la diosa Juno, cuadro por el que recibió una mención honorífica en la Exposición Universal de París de 1889.

Adoración de la Cruz (1878)

Colección Museo de Cádiz

La artista gaditana cultivó también la pintura decorativa, destacando dos trabajos. El primero fue un techo dividido en tres paños representando La Tierra y Las cuatro estaciones que decoraba el salón principal de su palacio en París y que posteriormente donó al Museo de Bellas Artes de Cádiz. El segundo, realizado en 1891 por encargo del Ateneo de Madrid para decorar el techo de la gran sala central, lo constituyen tres grandes paneles que representan respectivamente a La Elocuencia, La poesía y la Ciencia y La Verdad y la Ignorancia. Como muestra de agradecimiento, la Junta de Gobierno del Ateneo la nombró en mayo de ese mismo año miembro de honor y un mes más tarde la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le otorgó los honores de académico correspondiente en París. En ambos casos, las distinciones eran la primera vez que se le concedían a una mujer.

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