Nació en Barcelona en 1920. Fue la séptima hija del matrimonio formado por Luis Caturla, un teniente coronel de Infantería, y de Josefa Soriano. Su adolescencia y juventud coincidió con los años de la Segunda República Española. Obtuvo el título de maestra pero nunca llegó a ejercer. Antes de ser funcionaria de la Diputación Provincial de Barcelona, trabajó de modista en su taller, situado en el domicilio de sus padres, así como para una empresa de alimentación.

Su afición a la fotografía le hizo comprarse una Leica M2, en aquel momento la más barata de la marca y montarse su propio laboratorio de revelado en casa, en la calle Valencia de Barcelona. El equipo lo compró con su propio sueldo. Se vio obligada a abandonar la fotografía cuando tuvo que trasladarse a un piso en el Distrito de Ciutat Vella donde no tenía sitio para instalar su laboratorio fotográfico.

En su segundo destino en la Diputación estuvo en el departamento de agrimensura, donde tuvo contacto con la fotografía aérea. Sin embargo, a ella le interesaba otro tipo de expresión fotográfica. En consecuencia, ingresó en la Agrupación Fotográfica. En esa época destacaba el reportaje fotográfico en la calle de Francesc Català Roca y Xavier Miserachs.

Primera fotografía que reveló Tom Sponheim de los negativos de Els Encants

Pero para las mujeres no era tan fácil destacar, aunque en la Asociación, fundada el 1923, se había intentado desde el mismo momento de su nacimiento tener un grupo femenino; la realidad fue que en 1924 se apuntaron dos mujeres, Mercè Vilamur y Paulina Macià, pero su proyecto no prosperó. Según Victoria Bonet, historiadora de la AFC, ser mujer en aquel contexto no era nada fácil. Así en una entrevista, Carmen García Pedrosa, una de las fotógrafas, explicó que las insultaban cuando salían a la calle con las cámaras y les gritaban que se fueran a casa a fregar platos.

Un aficionado a la fotografía, Tom Sponheim, que se encontraba de vacaciones por Europa en 2001, compró unos negativos de fotografías en el mercado barcelonés de los Encantes viejos, en una mañana de diciembre en que fue a visitarlo. Cuando volvió a Seattle, quedó muy sorprendido al descubrir el contenido de aquellos nueve sobres, por los que había pagado 3,50 euros. «Al llegar a casa, revelé al azar un negativo y apareció una niña vestida con el uniforme de escuela, que está detenida detrás el banco donde dos viejas están hablando. Me sorprendió lo maravillosa que era esa fotografía». A partir de ahí inició la búsqueda del autor.

Milagros Caturla es la fotógrafa que realizó 'las fotos perdidas de Barcelona'

Begoña Fernández se encargó de investigar la autoría de las fotos y  descubrió que aquellas fotos eran de Milagros Caturla, una anónima funcionaria ya fallecida. Begoña Fernández en su investigación tenía la sospecha que se trataba de una mujer ya que muchas imágenes habían sido realizadas en una escuela y en ellas aparecían exclusivamente niñas, y sería extraño que un hombre hubiera traspasado esta frontera de separación de sexos en aquella época. Era la Escuela Carmen Tronchoni, conocida hoy como Tres Pinos.

En la época franquista, a caballo de los años 50 y 60, las distracciones y aficiones a través de las cuales expresar la creatividad en fotografía eran pocas y los llamados salones fotográficos eran una excepción. Eran concursos para aficionados, donde intentaban recrear el estilo de los maestros de esta profesión. Como la Agrupación Fotográfica de Cataluña colecciona todos sus boletines y los premios de los salones están clasificados, se localizó un premio de 1961 que correspondía a un negativo de los que se encontraron en los Encantos en 2001. Se titulaba «Fervor», en ella, una mujer con un rosario en la mano reza con un gesto de desconsuelo en la cara.

Fotografía titulada «Fervor'»

con la que Milagros ganó el cuarto premio del concurso

Las fotografías que realizó Milagros recibieron bastantes premios, en ocasiones en concursos solo para mujeres, pero también en concursos generales. El 1961 quedó segunda en el premio fotográfico de las fiestas de Gracia, solo por detrás de Eugeni Forcano

Milagros Caturla murió en San Cugat del Vallés a los 88 años, sin hijos, con un alzhéimer que le habría impedido disfrutar de este reconocimiento que llegó demasiado tarde. Fue, como Vivian Maier, una fotógrafa que nunca ejerció de tal y que dio rienda suelta a su creatividad capturando allá por la década de 1960, maravillosas imágenes que se dieron a conocer a principios de este siglo.

https://es.wikipedia.org/wiki/Milagros_Caturla