Nació en Espinho (Portugal) en 1882, cuando la familia se encontraba en esa ciudad debido al trabajo del padre. Tanto María como sus dos hermanos recibieron una educación esmerada y de gran calidad, muy superior a la de la mayoría de familias españolas de la época. No es posible saber hoy cuál fue el alcance de la enseñanza del dibujo que recibiese María Roësset, pero es evidente que hubo de adquirir una soltura con el lápiz, que luego se hará manifiesta en los rápidos croquis de su viaje de bodas, y en el sólido sustrato de sus pinturas.
Autorretrato de cuerpo entero. (1911-1914)
En 1904 se casó con Manuel Soriano Berrueta-Aldana, diecinueve años mayor que ella e hijo del también pintor Benito Soriano Murillo. Tras su matrimonio, María Roësset se introdujo en la sociedad culta madrileña de principios de siglo y mantuvo contacto con Mariano Fortuny, Benito Pérez Galdós, Ricardo Madrazo y Ángeles López Roberts entre otros y donde destacaría enseguida. La joven pareja viajaría por Europa. Tras fallecer su marido el 19 de agosto de 1910 se dedicó plenamente al arte. Para ese momento, María tenía 28 años y decidió mudarse fuera del centro de Madrid junto con sus hijos, de 3 y 5 años respectivamente.
Comenzó una etapa de introspección, fruto de la melancolía y tristeza por la muerte de Manuel. La pintura constituyó su vía de escape y después de 5 meses comenzó a pintar, acudiendo asiduamente al Museo del Prado, en cuyas salas realizó copias de los grandes maestros y asistiendo diariamente al estudio de Eduardo Chicharro.
Su pintura tuvo como objeto central a las mujeres de su familia, a las que a menudo hizo posar como modelos para composiciones bizantinizantes a las que, para subrayar su carácter oriental, a veces cosía cuentas y adornos. Dicho discurso pictórico no implica que María pintase únicamente por afición o exclusivamente retratos sino que plasmaba su propio universo femenino compuesto por sí misma y sus familiares más directas.
De su producción también destacan, por su particularidad y la controversia que en la época causaban las obras realizadas por mujeres artistas, los desnudos de jóvenes y adolescentes.
Su fortuna le permitió vivir con cierta comodidad y libertad y comenzó a ser testigo de nuevas tendencias como el nacimiento de la abstracción y la entrada de la mujer en la esfera pública. Roësset—que comenzó a firmar sus cuadros como MaRo— siguió viajando con sus hijos por Europa, visitando museos, galerías y estudios de ciudades como Múnich, Düsseldorf, Roma, Florencia o Viena, ciudad donde le sorprendió el inicio de la Primera Guerra Mundial.
Retrato de Margot (1913)
Se vio obligada a regresar a Madrid y ese mismo año comenzaron a aparecer los primeros síntomas de la enfermedad de la que falleció siete años después. Fueron cuatro años de producción: desde la muerte de su esposo hasta el otoño de 1914. Con el estallido de la Guerra civil, sus hijos lograron salvar parte de su producción, aunque se perdieron las obras de gran formato dado que no cabían en el coche en el que se las llevaron.
Según constatan los expertos, su Autorretrato de cuerpo entero (1912), fue donado por su hija al Museo del Prado en 1985 y es seguramente su obra maestra. Ubicado durante años en los almacenes del Museo Reina Sofía, finalmente puede verse en las salas del siglo XIX del Museo del Prado.
Hacia 1915 la enfermedad de María se agravó, probablemente debido a la tisis, y aunque continuó con sus viajes y su actividad, su producción se resintió. Finalmente, el 3 de octubre de 1921 y durante un viaje a Manila, María Roësset falleció a los 38 años.
Desnudo de niña en escorzo (1912)
María Roësset fue la primera gran conocida de la saga de las Roësset, pues era tía de la pintora Marisa Roësset Velasco, de la escultora Marga Gil Roësset, de la editora Consuelo Gil Roësset y tía abuela de la fotógrafa y poeta Marga Clark, según comenta la investigadora Nuria Capdevilla en su obra “Artistas y precursoras : un siglo de autoras Roësset”.
Deja una respuesta