Alice Neel nació en Gladwyne, Pensilvania (Estados Unidos) en 1900. Se formó en la Escuela de Dibujo de la Philadelphia High School for Girls.
Poco después de acabar sus estudios, se casó en 1925 con el pintor cubano Carlos Enríquez, perteneciente a una familia acomodada. Alice se trasladó a La Habana al año siguiente, donde abrazó la vanguardia cubana, aunque más tarde regresó a Estados Unidos. Tuvo una hija, Santillana, que murió de difteria poco antes de cumplir su primer año. El trauma que le causó la muerte de su hija influyó en sus pinturas, estableciendo un precedente para los temas de la maternidad, la pérdida y la ansiedad que impregnaron su obra durante el resto de su carrera artística.
En 1928 tuvo otra hija, Elisabetta, que el padre se llevó consigo a Cuba en la primavera de 1930, quedando la pintora en los Estados Unidos. Por este motivo Alice Neel sufrió una crisis nerviosa. Después de un breve periodo de hospitalización y una tentativa de suicidio, fue ingresada en el Hospital General de Filadelfia, de donde salió en 1931. Tras todos esos nefastos avatares, marchó a Nueva York para iniciar una nueva vida.
Nancy and the Rubber Plant (1975)
En la ciudad de los rascacielos pintó personajes locales. Su obra glorificaba la subversión y la sexualidad, representando escenas caprichosas de desnudos. A finales de 1933, fue contratada por la Works Progress Administration (WPA), que le dio un salario modesto. Conoció a José Santiago, un cantante de night-club portorriqueño y en 1939 nació su primer hijo, Richard, en esta nueva situación Neel se trasladó al Harlem Hispano y comenzó a pintar a sus vecinos, particularmente mujeres y niños. Pero su historia siguió siendo dolorosa, José la abandonó en 1940. Sus pinturas destacan por su uso expresionista de la línea y del color, la profundidad psicológica y la intensidad emocional.
El segundo hijo de Neel nació en 1941, fruto de su relación con el intelectual comunista Sam Brody. En esta década, hizo ilustraciones para la publicación comunista, Masses & Mainstream, y siguió pintando retratos.
Después de estar prácticamente desaparecida de las galerías durante los años cincuenta, y gran parte de los sesenta, a finales de esta década se intensificó el interés por la obra de Neel, convirtiéndose en un icono feminista. En 1970 Time Magazine le encargó a Neel que pintará un retrato de la activista feminista Kate Millett para su portada.
A mediados de los años setenta Neel ganó notoriedad y reconocimiento como una importante artista norteamericana. La Academia de las Artes y Letras la incluyó en 1976 y unos años más tarde Jimmy Carter le entregó el premio: «National Women’s Caucus for Art».
Alice Neel Self-Portrait (1980)
National Portrait Gallery, Smithsonian Institution
Su fallecimiento ocurrió en 1984 en Nueva York, en el momento de mayor reconocimiento artístico. Su vida y obra son desde entonces sujetos de estudio. Alice nunca fue totalmente realista ni tampoco expresionista, fue una persona única, que consiguió que sus torpezas y ansiedades se reflejasen en su obra tanto si pintaba a una adolescente, una mujer embarazada o una drag queen. Puede decirse que Neel revitalizó el retrato tradicional en una época de predominio del arte abstracto.
El documental “Alice Neel”, que se estrenó en el Slamdance Film Festival del 2007, fue dirigido por su nieto Andrew Neel.
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