Ana Weiss de Rossi


Nació en Buenos Aires en 1892, Ligada familiarmente a la imprenta Weiss y Preusche. Ana realizó sus primeros trabajos en la adolescencia en las portadas de la revista Ilustración Histórica Argentina, que editaba la empresa familiar. En 1909 ilustró una publicidad de cigarrillos, de amplia circulación. De este modo, se insertaba profesionalmente en el mercado de las artes gráficas.

Autorretrato (1932)

Colección Museo Nacional de Bellas Artes. Buenos Aires

A los 18 años ingresó a la Academia Nacional de Bellas Artes, pero abandonó sus estudios formales apenas tres meses después y continuó su formación de modo particular con Alberto María Rossi (1879-1965), con quien contrajo matrimonio en 1915.

En 1912 expuso por primera vez y lo hizo en el  Salón Nacional en 1912 y el Museo Nacional de Bellas Artes compró la primera obra a la joven, sólo se compró una obra de mano femenina entre las 23 de artistas argentinos. Se inauguraba así un continuo interés institucional en la obra de Weiss. Al año siguiente vendió su óleo “Domingo”.

Weiss encarnó en aquel momento la figura de la artista moderna, atenta a la composición y al color. Además, se destacaba con frecuencia que estuviera abocada a un amplio rango temático. La pincelada constructiva y evidente de Weiss se convirtió en un sello distintivo de su producción.

Desnudo (1926)

Colección Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez”

Con apenas veinte años, la artista obtuvo un reconocimiento de gran relevancia: la subvención gubernamental para viajar a Europa a perfeccionarse, el llamado “Premio Europa”. La Primera Guerra Mundial le impediría gozar de este privilegio, aunque viajaría más tarde por Italia, Francia, España y Alemania junto a su marido. Lugares en los que expusieron conjuntamente.

En 1926 expuso una de sus obras más impactantes: “Desnudo”, un género controvertido para una mujer artista, la mirada de Weiss plasmó el momento de transición entre la infancia y la adultez. La obra recibió el Tercer Premio Nacional de Pintura.

Ana Weiss ocupó un lugar diferente al de las demás artistas, pues su obra fue casi siempre considerada ejemplo de las tendencias renovadoras y se exaltaba la fuerza de su trazo. Por lo tanto, su fama no se cimentó sobre retratos de niños y tiernas escenas familiares.

La abuelita (1939)

Colección Museo Nacional de Bellas Artes. Buenos Aires

En 1935 obtuvo el Primer Premio en el Salón Nacional por su obra “El sibarita”. En 1939 alcanzó el Gran Premio Adquisición. Fue la primera vez que esta distinción máxima reconocía a una mujer, la obra “La abuelita” pasó a integrar las colecciones del Bellas Artes, aunque la obra languidezca desde hace décadas en la reserva, de la que solo ha podido ser vista en exposiciones temporales.

Diversos sectores de la crítica censuraron estas distinciones. En 1935 Horacio Linares, escribía en la célebre revista Sur que la decisión de premiar a Weiss mostraba la tendencia del jurado a “ensalzar lo mediocre y olvidar lo valedero”. Sin embargo, fue sin duda una artista moderna: inmersa en la sociabilidad artística de su tiempo e interesada por los más diversos temas. Su matrimonio con Rossi contribuyó sin dudas a su olvido, pues realizó gran parte de su producción en silencio.

La artista escribió: “La pintura ha sido siempre mi ocupación exclusiva, cuando me lo consentían los cuidados del hogar y las preocupaciones maternales”. Así, Weiss expresaba una verdadera pasión por el trabajo artístico, que solo “descuidó” por ocupar el rol tradicional de esposa y madre. Pareciera haber en esa frase un nostálgico reclamo por “un cuarto propio”.

https://www.clarin.com/revista-enie/arte/moderna-madre-artista_0_Ph_oU4rnM.html

 


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