Isabel Baquedano Elvira nació en Mendavia (Navarra) en 1936, fue “una niña de la guerra” que creció en la empobrecida posguerra española, preocupada por sobrevivir a las escaseces, por lo que toda manifestación artística carecía de cualquier respaldo.
Fue muy precoz en la pintura. Con sólo cuatro años ya dibujaba muy bien, cogía periódicos y los recortaba haciendo collages, a los 14 años comenzó su formación asistiendo a una academia de pintura en Zaragoza, ciudad donde vivían los Baquedano en aquel entonces.
Con ese anhelo vocacional como equipaje y acompañada por su madre y su hermana Mayte se trasladó a Madrid para que pudiera estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Allí coincidió con el incipiente grupo del Realismo Madrileño, en un ambiente intelectual donde el arte ocupaba el centro de los discursos.
Una vez finalizados sus estudios en el año 1957, obtuvo la plaza de profesora de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona, donde ejerció hasta su jubilación, aportando aires de modernidad en las sucesivas generaciones de artistas.
Muy pronto su obra incidió en el panorama madrileño de los años sesenta, con la exposición de obras realistas que presentó en la galería Atril en 1963. La obra de Baquedano de aquella época incide en temas urbanos en los que en algún caso integra figuras humanas en un ambiente de soledad.
Pareja (1976)
Colección Museo de Bellas Artes de Bilbao
La docencia le permitió vivir económicamente e ir perfilando su personal estilo pictórico de orientación figurativa realista, pero con un sello personal de elegante sutileza, donde el adusto paisaje urbano es tratado con delicados toques cromáticos. Muy pronto tuvo también el reconocimiento de la crítica especializada, lo que le permitió exponer con regularidad en Madrid y en el País Vasco.
Toda su trayectoria artística ha sido una continua búsqueda de un arte verdadero, realizado con la mayor sobriedad material y conceptual. Aportó una visión lírica y misteriosa. Sus ciudades son habitadas por unas figuras en las que la luz y los precisos encuadres manifiestan la soledad del ser humano, con una puesta en escena entre la realidad y la fantasía. En sus últimas piezas aparecen los temas sagrados y mitologías de la pintura antigua, interpretados con una característica poética de la quietud.
Autorretrato con vestido blanco (1980)
Colección particular
Colaboró como coordinadora científica de La Dirección General de Patrimonio Cultural de la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Comunidad de Madrid. entidad pública que organizó las segundas jornadas sobre Patrimonio Cultural y Mujer.
Su obra está presente en colecciones como la del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Museo de Navarra y el IVAM de Valencia, entre otros.
Isabel Baquedano fue una mujer de profundas convicciones religiosas, en su última etapa sufrió algunos problemas de salud que la obligaron a estar alejada de la producción artística. Comentó que había mejorado gracias a la intermediación de la Virgen del Carmen, que ésta se le había aparecido al lado de su cama y, dándole la mano, había mejorado su salud. Su trabajo final, desde un punto de vista pictórico, ofrece un grado de intensidad extrema, en las que la artista lo confía todo al color para activar la escena sagrada como si se tratara de un acto ocurrido en nuestro presente, con una pincelada impetuosa e imprevisible.
A los 82 años la muerte la sorprendió en Madrid, cuando se encontraba ultimando una exposición para el Museo de Bellas Artes de Bilbao, exposición que con el título “De la belleza y lo sagrado” finalmente se ha podido ver entre el 30 de octubre del 2019 y el 26 de enero del 2020.
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