Teresa Fortín nació en 1885 en Tegucigalpa (Honduras) en el seno de una familia burguesa, hija de Miguel Fortín y Rita Franco, que falleció siendo Teresa una niña. En su ciudad natal realizó sus estudios primarios y se graduó en Magisterio. El exilio de su padre a El Salvador la obligó a hacerse cargo de sus hermanas y hermanos.
Entre 1920 y 1930 fue profesora de grado en la escuela primaria del municipio de Valle de Ángeles, cercano a Tegucigalpa. En ese período sufrió una grave enfermedad, que la obligó a un prolongado reposo. Para distraerse, comenzó a dibujar diversos objetos del natural. Poco después hizo algunos cuadros al óleo y así decidió dedicarse de pleno a la pintura.
Fortín fue discreta en el empleo de los colores suaves, incluso cuando representó el vigor de la naturaleza tropical, es decir las plantas, las flores y los cielos, por lo que todos sus cuadros reflejan una gran dulzura.
A principios de 1933 realizó una muestra en la Biblioteca Nacional bajo el patrocinio del Ministerio de Educación. Hasta finalizar la década, realizó cinco exposiciones personales y envió piezas a ocho colectivas. En 1942 formó parte del equipo encargado de restaurar los evangelistas pintados por José Miguel Gómez en las pechinas de la cúpula de la Catedral. A lo largo de su vida participó en diferentes labores de restauración, como la rehabilitación de la antigua parroquia de San Miguel o la Misión Científica del Peabody Museum de la fundación Carnegie para la recuperación del parque arqueológico de Copán.
La primera comunión (1911)
Este trabajo le produjo una gran inspiración, por lo que durante un tiempo se dedicó a la pintura religiosa. En 1948 ganó el premio del Salón Anual del Instituto de Cultura Interamericana. En las décadas 60 y 70, realizó nuevas exposiciones bajo el patrocinio del Instituto Hondureño de Cultura Interamericana y uno de sus cuadros, el titulado “La última esperanza” se emplea como símbolo de concordia en la Organización de Naciones Unidas.
Le concedieron una beca para estudiar pintura en París, pero se vio obligada a rechazarla por la negativa de su padre, pero su trayectoria fue internacional, ya que en 1978 fue invitada especial del Instituto Italo-Latinoamericano de Roma para intervenir en la quinta muestra de Pintura Latinoamericana. Expuso en Guatemala, España y Estados Unidos. Fue condecorada con la hoja de Liquídambar en Plata y con el Premio Nacional de Arte Pablo Zelaya Sierra.
s/t (1958)
Teresita Fortín fue fundamentalmente autodidacta. Su evolución artística comprende algunas etapas bien definidas. Durante sus comienzos pintó objetos con un estilo realista, para después realizar paisajes dentro del impresionismo, recurriendo en algunos casos a la técnica de la pintura con espátula. No obstante, se considera que su obra tiene carácter primitivo por el empleo de cartones y papeles reutilizados, pigmentos elaborados con tierras y otros elementos recuperados. Además, destaca su incorporación de otros medios expresivos como el empleo de recursos propios de la ilustración.
Falleció en 1982 a los 97 años, en su Tegucigalpa natal.
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