Nació en Osaka (Japón) en 1972, cuando contaba nueve años, se despertó una noche por el olor a madera quemada. Ella fue la que despertó a sus padres, y entonces observó como los bomberos apagaban la casa de al lado. De repente sus ojos se detuvieron ante un detalle: en la esquina de la habitación estaban los restos chamuscados de un ala. Inmediatamente Chiharu Shiota comenzó a tocar el piano con el fin de asegurarse de que el sonido aún, estaba allí. Temía que el humo hubiese velado su resonancia.
Estudio en la universidad Seika de Kioto donde se especializó en caligrafía japonesa, continuó en la Escuela de Bellas Artes de Hamburgo y en la Escuela de Artes Plásticas de Brunswick. En 1999 se mudó a Berlín para formarse con la performer Marina Abramovic, desde entonces vive y trabaja en la capital alemana.
Desde sus años de estudiante de pintura en la Seika Universidad de Kyoto entre 1992 y 1996, previos a su traslado a Europa, comenzó a trabajar con hilos de lana con los que ataba objetos en los pasillos y las escaleras de la escuela como una manera de desafiar el restrictivo uso de la pintura y del papel y con la voluntad de dibujar líneas en el espacio. Comenzó a utilizar el hilo porque le permite expresar estos conceptos mejor que por medio de una sola línea, que es a lo que recurría en sus inicios como pintora. Las líneas que se entrelazaban y se separaban creando “otro lugar”; un mundo propio. Está documentado que ya en estos trabajos de juventud, la artista durmió dentro del entramado de hilos jugando con la protección y el aprisionamiento, que en algunos texto se interpreta como una representación del mundo espiritual de la artista.
The Key in the Hand
Pabellón de Japón
Bienal de Venecia (2015)
Con esa sólida formación Chiharu se convirtió en una artista conceptual cuyo trabajo es sublime, intensamente trabajado, colosal en tamaño, de amplio recorrido y con su particular insistencia en la utilización de la lana, unas veces como espejo y otras como un hilo conductor, para expresar sus inquietudes sobre el pasado, la vida y la memoria. A veces llena los espacios creados con la lana con todo tipo de objetos como camas, llaves, sillas o barcas, el hilo conforma una especie de tela de araña que los hace impenetrable.
Mediante el uso de este material crea grandes instalaciones que le permiten contar el estado de las relaciones humanas y su entorno, reduciendo su paleta cromática a tres colores base: el negro para referirse al universo, el rojo para conectar emociones y el blanco para representar la quietud, la paz y la tranquilidad.
Cuando la japonesa llega a una galería o un museo, primero valora el espacio y realiza obras site specific, que es una incógnitas hasta su finalización, pero con el denominador común de ser efímeras, cuando la exposición Shiota corta todos su hilos y desaparece lo que ha construido con horas y horas de intenso trabajo. Por esta razón lo más importante para la artista es el recuerdo y que su arte perdure en la mente de las personas que pudieron contemplarlas.
Otra de sus señas de identidad son las grandes instalaciones artísticas formadas por acumulación de objetos cotidianos que repetitivamente que ocupan espacios inmensos tantos en lugares públicos al aire libre como en otros cerrados, con especial atención objetos de carácter geométrico, como sillas o ventanas.
Nuestra vida es un viaje sin destino, no sabemos hacia dónde vamos
Sunhi Mang (2011)
Otra de sus líneas de trabajo más emblemáticas, son los objetos que emplea como punto de partida para la creación artística, con especial atención a las prendas de vestir y al proceso de creación de la vestimenta, en ella podemos ver vestidos de novia, kimonos, caminas e incluso máquinas de coser.
Se muestra heredera de la artista de origen cubano Ana Mendieta y de toda una generación de artífices feministas que trabajaron a principios de los años setenta. En sus obras también se descubre el interés por el trabajo que tiene el cuerpo como espacio de intervención, realizando performances en las que experimenta sobre el vínculo con la tierra, el pasado y la memoria. Chiharu Shiota aborda las conexiones humanas, desde su timidez amable y apacible, que logra enamorar a un público que participa activamente en sus performances.
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