Nació en 1886 en Lausana (Suiza). El sueño adolescente de Aloïse era ser cantante, le gustaba mucho la música de Handel, por lo que participó en el coro de la iglesia y tomó clases de canto. También comenzó a destacar por su talento para el dibujo y a los 18 años ganó el primer premio en un concurso por su interpretación libre de un jarrón egipcio. .
Hasta ese momento su vida transcurrió con normalidad, pero mantuvo un romance con un joven sacerdote. Como castigo, sus padres le enviaron a Alemania para trabajar al cuidado de dos niñas. Su siguiente trabajo fue hacerse cargo como institutriz de las hijas del rey Guillermo II. Allí se enamoró perdidamente del káiser.
En 1913 volvió a Suiza sin dar explicaciones de su regreso, coincidiendo con el comienzo de la gran guerra. Entonces su estado empezó a preocupar, comenzó a hacer públicas ciertas ideas pacifistas, lo que hoy sería visto como algo completamente normal, pero que entonces era algo extraño e inusual para una mujer. Participó en reuniones del partido socialista e hizo escritos de carácter religioso, donde expresaba su pensamiento sobre los delincuentes como víctimas.
Aparentemente, por una “ardiente” carta escrita al rey, y que nunca llegó a destino, fue la causante de su reclusión en una clínica psiquiátrica. Fue diagnosticada de esquizofrenia y confinada en un hospital en el año 1918 y del que nunca más volvió a salir.
Napoleón III en Cherburgo (1952 -1954)
Aloïse no sólo tenía una visión particular y una imaginación desbordante, para su desgracia los periodos de lucidez se hicieron cada vez más cortos y comenzó a hablar sola murmurando frases inconexas. En una carta mencionó el inicio de una actividad creativa que sin embargo, mantuvo en secreto: “Cojo el papel de la basura para garabatear (se refería a sus dibujos); escribo en secreto y a toda prisa “.
En la clínica llamaba “Princesa” a su compañera de habitación, “Madonna” y “Ángeles” a las enfermeras que la atendían y a las que a veces incluía en sus dibujos, transformándolas en hermosas mujeres con peinados complicados y vestidos de color rosa.
Gracias a su habilidad manual trabajó como costurera de trajes de enfermera y así comenzó a ser querida por sus cuidadoras, que le regalaron los materiales para poder dibujar.
Sus trabajos podían llegar a medir 10 metros, lo consiguió uniendo papeles con intención de cubrir todas las paredes y así crear su pequeño reino ficticio: un universo entero. Para realizar sus obras utilizó como pigmentos pétalos de flores, jugos de rosas silvestres, hojas verdes aplastadas, zumo de limones y naranjas, pasta de dientes… a los que añadió hilos y sedas.
Montreuse de tableau dans la bannière de Montreux (página de bloc de dibujo, detalle) (1941)
El doctor Hans Steck fue el primero en valorar seriamente el particular arte de Aloïse, la visitó hasta el final de su vida y logró resguardar la mayoría de sus escritos y dibujos. Como además era profesor de psiquiatría, presentaba como ejemplo muchos de los trabajos de los pacientes a sus alumnos, durante sus conferencias clínicas en las que participaba. Así fue como en una de esas presentaciones, a finales de 1930, Jacqueline Forel se enteró del trabajo de Aloïse .
Poco a poco su obra fue llamando la atención y no tardaron en llegar visitas relacionadas con el arte. Mientras avanzaba su rehabilitación compartiendo su vida con enfermeras y compañeros, siendo la encargada oficial de la decoración de cumpleaños y celebraciones, en las que también animó cantando ópera. Se preocupaba de que todo estuviera en orden tal como si fuera un baile real o un elegante espectáculo.
Como mujer culta que fue, sus dibujos citaban escenas históricas que incluían a Napoleón, Josefina, Maria Luisa, Cleopatra, Ramsés II, Tutankamón, fueron expuestos el año 1963 en el Museo de Bellas Artes de Lausanne y la muestra tuvo un fuerte impacto en el público. Aparte de algunos artículos y comentarios negativos relacionados con la psicosis de la artista, muchos visitantes quedaron impactados por sus obras e hicieron algunas solicitudes de adquisición.
Mythe Atalante lanza de pommes d’or (1946)
Antes de morir, Aloïse fue invitada a formar parte de la sociedad de mujeres pintoras del Art Brut de Suiza. Asistió a la fiesta convertida en una princesa que despertaba de su sueño. Falleció al año siguiente, el 5 de abril de 1964, tras pasar cincuenta y cinco años encerrada en un psiquiátrico. Se cuenta que de su garganta brotó en último suspiro un aria de Verdi.
La mayor parte de sus primeras obras fueron destruidas, hasta que finalmente fue descubierta por Dubuffet en 1947.
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