Freda Marjorie Clarence Lamb, más conocida en el mundo artístico como “Beppo” nació en Londres el 22 de junio de 1899, en el seno de una familia acomodada, su madre la matriculó en una escuela de arte. Le pidió prestado dinero al director de la escuela y, al cumplir los 21 años, se marchó a la capital francesa. Gracias a sus contactos londinenses, empezó a conocer a artistas y descubre una de sus pasiones: el flamenco.
Beppo tuvo también amigos en el arte: Peggy Guggenheim, Kiki de Montparnasse, Jules Pascin, que la dibujó desnuda; el fotógrafo George Hoyningen-Huene y Thora Dardel-Hamilton, que fue protectora, junto a su marido, de Modigliani. Por medio de la aristócrata, conoció a un príncipe tunecino, Abdul Wahab, un guapo acuarelista, descendiente de los últimos emires de Almería. Se casaron en 1928, pero cuatro años después, un viaje a España los separó.
Beppo había conocido en París a Sabas Gómez Marín, un guitarrista que era aristócrata. Tras viajar ambos pintores a la Península, Beppo enamorada de Sabas decidió quedarse en Carmona (Sevilla), mientras su marido regresó a París. Sin embargo, la pareja rota mantuvo siempre una buena relación.
Yo no tengo hora ni para levantarme ni para acostarme. Me acuesto cuando tengo ganas y me levanto cuando quiero. Nunca he vivido una semana igual que otra, he vivido a mi aire.
Al estallar la Guerra Civil, Beppo fue invitada por las autoridades a irse de España, pensaban que era una espía. Tras el conflicto y con los nazis a las puertas de París, regresó a Carmona con Sabas y lo consiguió gracias a una carta de recomendación de un amigo de su familia, Jesús Raventós, delegado de Falange en Londres, aunque el precio fue que se convierta al catolicismo. Cuando volvió, se topó con la miseria de la posguerra. No le gustó el ambiente del flamenco “de los señoritos” que trataban a los artistas como escoria para sus juergas”.
Su amistad con el cardenal Pedro Segura, insólita voz clerical contra el franquismo, le sirvió de pasaporte a Madrid a mediados de los cuarenta. Vivió en una pensión junto al Ateneo y acudió al Café Gijón, donde conoció al que será uno de sus grandes amigos, Pedro Bueno, retratista nacido en Villa del Río, y a Rafael Zabaleta, artista que la animó a pintar olivos, el árbol que le había fascinado en Andalucía.
Expuso por primera vez en Madrid, en 1957, a la que siguieron otras en la capital y en Barcelona, Córdoba, Londres… pinta, da clases de inglés a altos ejecutivos, acude a las tertulias, a los toros y, sobre todo, apura las noches del Madrid canalla, que nunca se sabe cuándo acaban. Lo hace a veces en compañía de banderilleros y flamencos, y otras con sus numerosos amigos gais. En el Café Gijón, sentada junto a uno de los ventanales, escribía sus cartas y, a veces, dibujaba. También tenía detractores en una época en que la mujer debía estar en casa, según los cánones de aquella sociedad.
En 1961 recibió la noticia de que Abdul, deprimido, se había suicidado. Debido a ello heredó obras y objetos y entre otras joyas, tres Modiglianis y un Picasso.
A comienzos de 1989, Beppo efermó y el 5 de febrero de 1989, murió a los 89 años. Solo había dejado unas últimas voluntades ológrafas, garabateadas en 1984. Durante años, el legado lo guardó el depositario que designaron sus amigos por mediación de Pedro Bueno, fallecido en 1993, hasta que en 2004 se pudo hacer cargo el Ayuntamiento de Villa del Río. Hoy, la Casa de las Cadenas, en esta localidad, es el espacio museístico que expone unas 40 piezas, en su mayoría acuarelas, y algunas litografías, todas de olivos, como el magnífico ejemplar de una finca de Chiclana de Segura (Jaén) donde se esparcieron sus cenizas cuando falleció.
Beppo odiaba el plástico y la coca cola, amaba los higos, el flamenco y el arte, fue bohemia, feminista desde luego sin pretenderlo, y fundamentalmente libre.
https://elpais.com/cultura/2021-10-14/beppo-artista-vividora-y-la-inglesa-mas-flamenca.html
Deja una respuesta