Nació en Montevideo (Uruguay) en 1890, fue la hija mayor del político Feliciano Viera, miembro del Partido Colorado y Presidente Constitucional del Uruguay entre 1915 y 1919. A los dos años sufrió una meningitis que le dejó como secuela una sordera permanente, por lo que aprendió desde pequeña a leer en los labios y hacerse entender con mímica. Sus padres entendieron que la enseñanza era fundamental, por lo que contrataron a una maestra francesa especializada en niños sordos, Madame Madeleine Larnaudie, quien se encargó de educar a la niña en lengua de signos para que lograse comunicarse con su entorno.
Cursó estudios de dibujo y pintura. Cuando tenía veinte años comenzó a recibir clases privadas de pintura en su casa con el maestro catalán Vicente Puig, en 1922 fue Guillermo Laborde quien inició su enseñanzas sumándola a la corriente Planista, una corriente esencialmente de Uruguay que se formó entre 1920 y 1930 y que acuño el lema «La pintura moderna es pintura plana». Las primeras obras de Petrona tienen los rasgos típicos de esa corriente donde las formas son claras, los contornos delimitados, las estructuras planas y la paleta cálida, con colores puros.
La pintora manejó una paleta que jugaba en forma dinámica y nada caprichosa con colores primarios y secundarios. Puede decirse que su estilo es muy personal y subjetivo, que nos sumerge en un mundo tan cotidiano como mágico e intimista. La crítica calificó las obras de este período como las más valoradas de su producción, que se caracterizó por grandes y luminosas pinceladas de color sin modular, formas primarias, sin detalles minuciosos de las figuras, como puede ser los rasgos de un rostro o los dedos de una mano, buscaba que la figura fuera una forma de color y que quedara delimitada y definida por su contexto y su vehemencia pictórica, sin necesidad de describirlas con precisión. También son importantes, aunque menos conocida, sus obras en otros soportes como acuarelas y más tarde cerámicas y grabados.
El Recreo (1924)
Los temas de Petrona Viera son esencialmente distintos a los típicos de los planistas, ya que toma como inspiración al entorno cotidiano, sus motivos son variados y seriados: retratos familiares, juegos infantiles, paisajes y una serie de desnudos, óleos en su mayoría. Utilizó la pintura como una forma distinta de lenguaje verbal propio y personal, una fórmula diferente de expresar lo que no podía hacer con su voz. Puso especial hincapié en la infancia; sus charlas, sus juegos, sus complicidades… para hacer estas obras, la artista visitaba escuelas en el horario del recreo, elegía a niños y niñas y los invitaba a su estudio para retratarlos. Se abstrae del realismo al que se abocaba el arte contemporáneo de su época; transmitiendo una forma particular de ver a las personas y sus quehaceres cotidianos.
Viera fue la primera mujer en dedicarse a la pintura en Uruguay de forma profesional, en 1923 hizo su primera exposición pública, en Montevideo, que fue muy bien recibida por la crítica. A partir de ese año participó regularmente en otras exposiciones en su país, también en Buenos Aires en 1931 y en París en 1938. Se escribió sobre ella críticas y artículos de prensa y su nombre apareció en programas de radio y conferencias.
El juego del aro (1924)
Guillermo Laborde fue, desde sus inicios en el arte, uno de los únicos amigos de Petrona. Le lleva libros y la visitaba semanalmente. Cuando el pintor murió en 1940 sufrió una aguda crisis que la llevó a cambiar la dirección de su trabajo. Aprendió la técnica del grabado y comenzó una producción, pero siguió pintando, sus temas también cambiaron, y empezaron a aparecer en sus lienzos escenas de la naturaleza, flores, animales….
A finales de la década de los cincuenta Petrona se encerró en su casa, adoptó el pequeño formato pero trabajó cada vez menos frecuencia y con técnica cada vez más libre, tendiendo hacia la abstracción.
En 1959 murió de cáncer una de sus hermanas, Luisa, quien durante toda su vida había sido su compañera en sus salidas al exterior, su intérprete y amiga. Poco después ella misma enfermó, también de cáncer, consciente de la gravedad de su dolencia días antes de ser operada dibujó un autorretrato, tristísimo, que se conserva en el Museo de Uruguay. El 4 de octubre de 1960 murió Petrona Viera a los 65 años de edad en su Montevideo natal.
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