Teresa Serrano nació en Ciudad de México, en 1936, inició su carrera artística en la etapa madura de su vida, a los cuarenta años, cuando sus seis hijos ya habían crecido. Empezó a pintar con unas amigas en diferentes talleres de arte de su ciudad.
Me sentía como un guante en la mano de mi esposo. Y empezaron los problemas, porque empecé a querer yo ser yo y él a no dejarme ser yo.
Se divorció y decidió trasladarse sola a Nueva York, donde acudió como oyente a la universidad para escuchar a artistas y comisarios. Se hizo amiga de poetas que le orientaron en lecturas y fue aprendiendo. La Gran Manzana le impactó de manera directa por la diversidad de tendencias artísticas contemporáneas que encontró, incluyendo manifestaciones de performances e instalaciones, y se puso a investigar y estudiar para actualizar sus conocimientos sobre el arte de su tiempo. A partir de ese momento, su vida transcurrió en un ir y venir entre México y Estados Unidos, y su obra entró en diálogo con el arte de los dos ámbitos.
En Nueva York continuó pintando e hizo proyectos escultóricos. Posteriormente empezó a trabajar en vídeo, algo que desde pequeña le había resultado atractivo. Su primer trabajo fue en 1997 sobre migración y memoria.
Una de las 24 amapolas de la exposición Amapolas contra el narcotráfico mexicano (2018)
Una de las principales características de la obra de Serrano es el compromiso adoptado con respecto a la situación de las mujeres y las circunstancias en las sociedades actuales, por lo que reflexiona sobre el machismo existente. De esta forma la artista ha podido consolidar una intensa y larga trayectoria que gira, no sólo sobre el género, también sobre el poder y el uso del mismo sobre las personas; además trata temas como la incomunicación, la religión, la migración, el lenguaje. y la politización de lo personal un manejo irónico del lenguaje, materializándolo como objeto plástico, y a menudo ofreciendo a su público la posibilidad de accionar las palabras.
La obra de Teresa tiene la peculiaridad de utilizar flores y vasijas, como sustitutos metafóricos del cuerpo, y también por las inscripciones de frases poéticas en la superficie pictórica, que expresan la existencia del entorno natural y doméstico.
La Piñata (2003)
Asimismo, en sus trabajos de video y cine, plasma una crítica a la violencia que vivimos desde dentro y desde fuera. Sirva de ejemplo la serie de cortos titulada “Mía” realizada entre 1998 y 1999 en la que aborda el tema del acoso sexual, convirtiendo una popular canción de Armando Manzanero en una siniestra alusión a la persistencia en la posesión y el dominio en las relaciones cotidianas entre hombres y mujeres.
Para mostrar esta violencia, Serrano lo hace explícitamente en los vídeos «La Piñata», en el que un hombre da palos a una piñata con cara y el cuerpo de mujer; y «Ritual», efectuado a modo de telenovela, en el que un hombre pega a su mujer en la intimidad de su dormitorio y ella lo perdona.
Ha expuesto en numerosas capitales europeas y ha participado en bienales de arte como la de La Habana, en Cuba, y la de Johannesburgo, en Sudáfrica. También ha expuesto en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid y en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
En 2017 su obra se incluyó en la exposición colectiva Feminicidio en México ¡Ya basta! presentada en el Museo Memoria y Tolerancia de Ciudad de México con obras de otros artistas como Mayra Martell o Teresa Margolles.
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