Angelique Marie Martin de padre y madre franceses, nació en Exeter (Inglaterra) en 1822. En 1830, cuando Lilly tenía ocho años de edad, su familia emigró a los Estados Unidos. Después de estar tres años en Nueva York marcharon a Marietta, Ohio, donde fijaron su residencia definitivamente.
Autorretrato (1942)
Sus familiares la apoyaron en la búsqueda de una formación artística, ya que fueron firmes defensores de la mejora en los derechos de la mujer. Pronto se hizo conocida en su ámbito más cercano, pero la dificultad de adquirir los materiales adecuados y la falta de una enseñanza competente retrasaron su progreso. Sin embargo, a pesar de que su técnica era autodidacta, consiguió llamar la atención de artistas locales que hicieron de mentores de la joven Lilly. En el otoño de 1841 viajó a Cincinnati para una exposición y allí pasó los siguientes siete años, que aprovechó para formarse.
Ya tenía una incipiente carrera como pintora en Cincinnati, cuando se casó con Benjamin Rush Spencer en 1844. Aunque muchos temieron que el matrimonio acabaría con su carrera artística, no fue así. El inglés Benjamin Spencer por aquel entonces trabajaba en una sastrería; sin embargo, una vez que se casaron no siguió una carrera independiente, Benjamin se dedicó a ayudar a Lilly Martin Spencer tanto en el gobierno y tareas del hogar como en el trabajo de su taller. Esto hizo que Lilly fuera el sostén económico de la familia, un hecho insólito en la época. La pareja tuvo trece hijos, siete de los cuales alcanzaron la edad adulta.
Lilly representó el mundo doméstico, pintando a menudo a niños idealizados, madres que se parecen a la Virgen, felices amas de casa y maridos adorables. Su obra ha sjdo considerada tanto ideológica (por la aceptación de las normas de la clase media) como utópica (resistentes a la dominación tanto de clase como de sexo)
El espíritu de guerra en casa (1866)
La obra de Lilly ha sido etiquetada denigrantemente como “arte femenino” por esa representación asidua de mujeres implicadas en tareas domésticas, con roles convenientes socialmente, pero posiblemente la autora pudo querer representar por medio de esa actitud la confianza en sí mismas. Sus mujeres no son frívolas ni vanas; aparecen trabajando, siendo útiles, aunque solo lo sea en labores domésticas.
En la obra “El espíritu de la guerra en casa”, Spencer representó a una mujer leyendo un periódico. El periódico era visto como un símbolo de autoridad, también como un símbolo de pertenecer al ámbito público de dominio masculino. En esta obra se ha trasladado ese mundo público a una escena doméstica, curiosamente sin hombres. También ha añadido un significado histórico marcando el tiempo, ya que la protagonista se está informando sobre las novedades de la guerra civil americana. El hecho de que una mujer se encuentre leyendo esa información, potencialmente angustiosa, indica cómo la guerra civil dio un vuelco a las convenciones.
El aspecto de su obra es esencialmente refinada, destaca por su acabado satinado de colores brillantes. En los últimos años sus pinceladas fueron más secas y sueltas. Una de las principales críticas a su obra, con la que cargaron tintas algunos críticos de la época, es la variación en el tamaño de las cabezas de sus figuras, en definitiva pusieron énfasis en la supuesta desproporción.
A finales de 1840 y 1850, la obra de la artista se hizo popular en Europa y América. Spencer expuso sus pinturas en la Academia Nacional de Diseño y estuvo representada en el Pabellón de Mujeres de la Exposición Centennial de Filadelfia en 1876. También produjo trabajo para un número de mecenas prominentes. Sin embargo, su fama se la debe principalmente a la venta masiva de copias baratas de sus pinturas al óleo.
Este cerdito salió al mercado (1857)
Spencer vivió hasta los ochenta años, nunca se retiró. Pese haber sido una de las figuras que recogió más éxito, murió mientras pintaba en su caballete en unas condiciones económicas muy precarias. Su trabajo luego cayó en la oscuridad, ya que los críticos lo calificaron como inferior, pero el tiempo le ha dado el reconocimiento que merecía y ha valorado la obra de una artista pionera en su tiempo y en su país.
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