Nació en Madrid en 1814, hija de Leocadia Zorrilla, una mujer atractiva, cultivada, amante de la música y experta amazona, e Isidoro Weiss, un joyero judío de origen alemán afincado en la capital de España. Cuando nació sus padres ya estaban separados, por lo que su madre tuvo que buscar un trabajo para mantener a sus hijos y lo realizó siendo ama de llaves del pintor Francisco de Goya y Lucientes. Algunos historiadores afirman que Goya y Leocadia mantenían una relación con anterioridad al nacimiento de Rosario sospechando que la niña podría ser hija del pintor. De hecho, Leocadia fue acusada de adulterio por su marido, quien se quedó con la custodia de uno de los tres hijos que tuvieron en común.

Autorretrato (1830) Colección Biblioteca Nacional

A los siete años Rosario empezó a dibujar con destreza bajo la atenta mirada de Goya copiando algunos de los lienzos y grabados de su maestro.

Cuando Goya se trasladó a vivir a Burdeos, huyendo del absolutismo de Fernando VII, Leocadia y los dos hijos que tenía bajo su tutela viajaron con él. En la ciudad francesa, Goya medió para que Rosario pudiera continuar estudiando en la escuela del pintor Pierre Lacour,  allí perfeccionó el dibujo y el grabado. Su obra es poco conocida por el gran público y ha sido muchas veces confundida con la de su maestro y otras directamente rectificada la autoría. La Fundación Lázaro Galdiano, poseedora de siete dibujos de Weiss, ha certificado recientemente  que más de 50 obras de sus colecciones son de la ahijada de Goya.

Al fallecer el pintor en Burdeos, Leocadia y sus hijos quedaron en una situación económica muy precaria al descubrir que Goya no les había legado nada en su testamento. Desde entonces y hasta su regreso a España en 1833, malvivieron con la ayuda del gobierno francés que les consideró exiliados políticos y con la caridad de Javier, el hijo de Goya con el que nunca habían tenido una buena relación.

La lechera de Burdeos (1827)

(actualmente en estudio su autoría Goya-Weiss) 

En lo que respecta a la autoría de la obra “La lechera de Burdeos” algunos investigadores, como la británica Juliet Wilson Bareau  y las españolas Carmen Garrido y Manuela Mena, consideran que no fue pintada por Goya si no por Rosarito a la edad de trece años, esta no es la única rectificación, el historiador José López Rey demostró concluyentemente que los grabados conservados en la Hispanic Society of America también estaban falsamente  atribuidos a Goya, desde entonces el número de las copias y variantes sobre las obras del aragonés no ha hecho más que incrementarse.

De vuelta a Madrid amparada por una amnistía política decretada el año anterior, la joven pintora en la que se había convertido Rosario se ganó la vida como copista en el Museo del Prado y en la Academia de San Fernando, donde también realizaba copias por encargo de particulares, Rosario comenzó a hacerse un hueco en el mundo artístico de la capital

En 1840 su labor fue reconocida por la Academia de San Fernando que la nombró académica de mérito. El rey Fernando VII la requirió para que diera clases de dibujo a sus dos hijas, las infantas Isabel y Luisa Fernanda, recibiendo un salario de 8,000 Reales. Debido al reconocimiento que poco a poco iba recibiendo por su trabajo, fue invitada a formar parte muy activa del Liceo Artístico y Literario de Madrid, entidad que símbolo del movimiento romántico de corte liberal y había sido fundado en 1837 por José Fernández de la Vega. Weiss estuvo presente tanto en las sesiones de competencia artística que se celebraban los jueves, como en las exposiciones celebradas en 1837, 1838 y 1839 (póstumamente también en las de 1844 y 1846). Allí se codeó con los escritores  más populares del momento a los que retrató como Espronceda, Larra, Zorrilla, Mesonero Romanos o el Duque de Rivas. Entre sus poderosos protectores se puede nombrar a Agustín Argüelles, Manuel José Quintana y especialmente a la condesa de Espoz y Mina.

Rosario falleció de manera prematura en 1943 a causa, según algunas fuentes,  por una infección intestinal cuando aun no contaba con treinta años, aunque otros autores citan que fue víctima de un profundo y violento “shock”, sufrido cuando, saliendo del Palacio de dar sus clases, se encontró con un motín popular al día siguiente a la caída del general Espartero como regente.

La Pasiega (1838)

Con el tiempo, muchas pinacotecas han ido recuperando parte de su obra y dándole el reconocimiento que se merece. Cuentan con obras de Weiss instituciones como la Biblioteca Nacional, la RAE, la Academia de Bellas Artes (atesora dos de sus lienzos conocidos), el Prado, la Hispanic Society de Nueva York y el Museo de Burdeos.