María Dolores Díaz Baliño, nació en A Coruña en 1905. El primer contacto de Lolita Díaz con las artes no fue en la pintura, sino en la fotografía. Su presencia en el concurso organizado por la Sociedad Fotográfica de La Coruña le valió la medalla de plata del certamen. En 1925 comenzó a colaborar con sus dibujos en el número 21 de la revista Mariñana. Sin embargo, esta colaboración fue casual, publicando solo otros dos dibujos más, repartidos entre los números 22 y 23. Eran dibujos de influencia folclorista y que retrataban el universo femenino, aunque con un reconocible estilo común con otros artistas coetáneos.
Retrato de Lolita Díaz Baliño en ‘Vida Gallega’ en 1929
Su paulatino acercamiento a los movimientos regionalistas con una combinación de sus líneas art decó con otras influencias. La clave de sus dibujos y carteles siempre ha sido la mujer, casi siempre representando figuras fuertes y decididas.
A pesar de su educación y pensamiento conservadores, se materializó en la participación en manifestaciones como el homenaje tributado al coral Cántigas de la Tierra, que se llevó a cabo en el desaparecido Teatro Linares Rivas. Poco después, el ayuntamiento de Cesuras le encargó confeccionar un pergamino caligráfico por motivo de la visita del rey Afonso XIII. Sucesos como este dieron cuenta de su creciente consideración pública en su carrera artística.
Acuarela (s/f)
El 30 de mayo de 1929 la Diputación de La Coruña le concedió una pensión de poco más de 1.250 pesetas «para que pueda perfeccionar sus estudios de pintura, en conformidad al propuesto por la Real Academia de Bellas Artes de La Coruña, cuyo informe se pasó la solicitud de la interesada». Esta ayuda pudo resultar decisiva para el desarrollo de su carrera, como un reconocimiento a su valor como artista desde el campo institucional.
Desconocida por el público y olvidada por la historia del arte, la figura de Lolita Díaz Baliño es representativa de las dificultades a las que se tuvieron que enfrentar las mujeres a la hora de desarrollar cualquier tipo de actividad creativa. La calidad de su trabajo como pintora, ilustradora, dibujante y acuarelista obtendría, sobre todo durante la etapa previa al estallido de la Guerra Civil, un reconocimiento que se traduciría en sus numerosas colaboraciones en diversas publicaciones de la época.
Ilustración para la revista Celtic (s/f)
Su actividad se extendió también a la publicidad comercial, cada vez más presente en los medios de comunicación y en el espacio público.
En 1938 fue nombrada académica de número en la Real Academia Gallega de Bellas Artes de Nuestra Señora del Rosario, con el número de orden 102, en la misma fecha se dio también entrada a la pintora María Corredoira, ambas fueron las primeras mujeres en conseguir el ingreso en esta institución.
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