Anicka Yi nació en 1971 en Seúl (Corea del Sur). A los dos años, su familia se mudó de Corea a Alabama y luego a California (Estados Unidos) por lo que, según ella misma ha descrito, creció en un hogar coreano-estadounidense. Su padre es un pastor protestante y su madre trabaja en una corporación biomédica. Desde muy pequeña desarrolló de forma excepcional su sentido olfativo.
Después de graduarse de Hunter College, vivió en Londres, donde trabajó durante varios años como estilista y redactora de moda. A la edad de 30 años comenzó a interesarse por el arte mientras investigaba sobre la perfumería y la ciencia.
Es conocida por su uso de materiales poco ortodoxos, a menudo vivos y perecederos, que incluyen: flores fritas en tempura, lienzos hechos de jabón, cabezales de ducha de acero inoxidable, píldoras de aceite de pescado… a menudo manipula estos materiales no convencionales y a veces transformándolos por completo.
Anicka cita la escritura como un elemento primario de su práctica. En una reciente entrevista con explicó:
La escritura es una de mis herramientas principales. A menudo descubro mis pensamientos sobre el trabajo a través de la escritura. Sintaxis, estructura de las oraciones … estas cosas realmente ayudan. Escribo mucha historia de fondo para mis esculturas, como si fueran personajes de una novela o guión. Comparto este escrito con mis amistades, pero nadie más lo ve. No soy realmente una persona visual. No pienso en imágenes. No bosquejo cosas. No uso referencias visuales tanto como debería. Es una gran desventaja para mí. Mi escritura no capta la idea del trabajo como lo haría un boceto. Así que quizás no estoy trabajando de la manera más productiva . Mi punto de partida es verbal.
También ha descrito su proceso como una versión similar pero invertida del proceso científico empleado en los laboratorios de ciencias.
Biologizing the Machine (2019)
Bienal de Venecia
Los científicos tienen su hipótesis y luego pasan los próximos 20 o 30 años de su carrera tratando de demostrarlo, mientras que los artistas realmente no entenderán cuál era su hipótesis hasta el final de su carrera.
En su performance del 2015 “You Can Call Me F” en la galería de The Kitchen de Nueva York, el proyecto se presentó como un espacio “forense” en el que abordó la paranoia social en torno al contagio y la higiene (tanto pública como privada), utilizando como símbolos del temor patriarcal hacia el movimiento feminista. Anicka recopiló información biológica de cien mujeres para cultivar la idea de la figura femenina como un patógeno viral, que sufre intentos externos para ser contenida y neutralizada. Para ello empleó unos contenedores de aislamiento, que permitieron la transparencia a un acceso restringido. El enfoque humanista de Yi puso en primer plano la política social y su impacto en nuestra comprensión empática.
Fue la ganadora del premio bianual Hugo Boss del 2016 presentado en el Guggenheim de Nueva York al año siguiente, el proyecto llevó por título “Life Is Cheap”, en el que exploró su interés sociopolítico en los olores. En la entrada de la exposición se podía apreciar una fragancia diseñada por la artista, un aroma híbrido entre hormigas y mujeres asiáticas llamado “Cactus Inmigrante”, mientras en otro de los espacios se encontraba una colonia de hormigas en una estructura que asemejaba a una placa de circuito electrónico, con ello hacía referencia a la organización de la sociedad y su relación con la tecnología.
You Can Call Me F (2015)
Su pieza para la Bienal de Whitney 2017 consistió en un video titulado “The Flavor Genome”, que está orientado hacia las cosmologías de los pueblos indígenas de la región amazónica y que sigue un pensamiento que no es antropocéntrico ni jerárquico. El vídeo recorre temas que van desde la bioingeniería hasta el imperialismo.
Yi, para la creación de sus obrar y dotarlas de rigor, trabaja muy de cerca con los Departamentos de Investigación de universidades, incluidas la Universidad de Columbia y el MIT-Massachusetts Institute of Technology.
En muchas entrevistas Anicka Yi ha explicado que considera que su trabajo con el sentido del olfato es una respuesta feminista al mundo del arte, que está esencialmente diseñado desde la mirada masculina. También se ha interesado sobre las jerarquías de género en los otros sentidos corporales, argumentando siempre para poder poner en valor el sentido del olfato, que ha sido despreciado hasta hace muy pocas fechas, en el que ella es experta y realiza gran parte de sus obras.
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