Carlota Rosales Martínez de Pedrosa nació en Madrid en 1872 y fue la segunda hija del pintor Eduardo Rosales, tras el nacimiento la familia Rosales se trasladó a Murcia, pues el pintor había recibido el encargo de los cuatro evangelistas que actualmente se conservan en la iglesia de Santa Cruz en la calle Atocha de Madrid. Carlota no llegó a conocer a su padre, éste murió de tuberculosis cuando la niña tenía apenas un año, pero durante toda su vida guardó los recuerdos de lo que le contaron las dos personas más cercanas a él, su madre y su tío Fernando Martínez de Pedrosa.

Retrato de Carlota Rosales realizado por Gregorio Toledo. (detalle). (1946)

Colección Museo Casa Colón. Las Palmas de Gran Canaria

La situación económica de la familia fue tan penosa que a la muerte del pintor tuvo que celebrarse una subasta pública de algunas de las obras, obteniendo con ello algún dinero para poder sobrevivir durante algún tiempo.

Desde muy niña, Carlota dio muestras de su afición y capacidad para la pintura, se inició en el mundo del arte de la mano de quien fuera su padrino, el también pintor Vicente Palmaroli, amigo íntimo de su padre.

En 1887, cuando contaba quince años, ganó una beca extraordinaria de dos mil pesetas anuales para asistir a la Academia de España en Roma durante dos años, viajó a Italia acompañada por su madre. Así pues, Carlota Rosales, junto a Inocencia Arangoa fueron las dos únicas mujeres pensionadas en la referida institución durante el siglo XIX.

Durante su estancia en la Academia conoció a Miguel Santonja, profesor de Armonía en el Conservatorio de Madrid, con quien se casó en 1896, momento éste en que la pintura pasó a ocupar un segundo plano en la vida de Carlota, abandonó una prometedora carrera pictórica, en pro de su familia, no sin antes participar en algunas de las ediciones de la Exposición Nacional de Bellas Artes, como en la de 1895, cuando consiguió una Mención de Honor.

Mi padre (1890)

Las pinturas de Carlota Rosales hunden sus raíces en la tradición romántica, posiblemente debido a su ascendencia familiar, su padre está considerado como el pintor romántico por excelencia, y otro tanto puede decirse de su principal maestro, Vicente Palmaroli. Entre sus géneros predilectos destacan la naturaleza muerta, el retrato y la pintura de género. En todos ellos predomina una pincelada suelta que configura unas formas sólidas, buscando ante todo los efectos lumínicos.

La melancolía y el carácter meditabundo es una nota común en buena parte de sus retratos, dedicados en su mayoría a personajes femeninos de su entorno, destacando quizá por esta razón el carácter intimista de muchas de las retratadas.

Carlota Rosales Martinez De Pedrosa - Córdoba

Por lo que a pintura de género se refiere, siguió la tradición romántica, se orienta hacia escenas anecdóticas, tales como interiores de iglesia en el momento de los santos oficios o paisajes urbanos tratados con una gran intensidad lumínica.

Córdoba 

(parece dudosa la autoría de Carlota Rosales de esta obra, según fuentes de su familia)

 

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