Nació en París (Francia) en 1852. Creció en el seno de una familia acomodada e ilustrada. Hija de de Zoe Devolle y de Gustavo Arosa, fue un destacado arqueólogo (fotógrafo del Partenón), amigo de pintores impresionistas; incluso fue profesor de grabado de Paul Gauguin. Margarita se instaló en Madrid para estudiar pintura en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.

Retornó a París y completó su formación en los talleres de Félix Joseph Barrias (1822-1907), Armand Gautier (1825-1894) y Constant Mayer (1832-1911). Entre 1880 y 1889 participó en exposiciones colectivas y en certámenes y concursos de diversos tipos y alternó su vida entre París y Madrid.

Con poco más de treinta años su nombre circulaba ya en los foros y cenáculos artísticos de la capital gala como el de una de las jóvenes promesas de la pintura femenina europea, lo que le permitió tomar parte en varias muestras colectivas y en diferentes concursos y certámenes plásticos en los que dejó numerosas huellas notables de su valía en el manejo de los pinceles

En 1882 presentó su cuadro “Retrato de Pagans” en el Salón de Otoño de París. En 1883 publicó en las portadas del diario El Globo, de Madrid, cuatro grandes dibujos suyos titulados: “Paisaje”, “Marina”, “Una mujer en la ventana” y “Naturaleza muerta”. En 1884 presentaba en Bruselas “La Baigneuse”, un desnudo de mujer. Ese mismo año presentó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid “Las mariposas”

La Baigneuse (1884)

un bonito estudio que revela en su autora aptitudes especiales para el arte que cultiva, y la felicitamos doblemente por su inspirada obra llena de gracia y atractivo” (V. de la Cruz, 1884).

En 1885 exhibió en el Salón de París “Androméde”. En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1887 colgó “La Baigneuse”, que destacó, entre los 853 cuadros, porque una mujer “se atrevía” a presentar un desnudo por primera vez, un cuadro de 1,70 m de alto por 1,25 m de ancho con una joven desnuda, sentada en una rama, que mete los dedos de sus pies en el agua, entre flores y plantas acuáticas; mira su reflejo en discreta actitud narcisista; el conjunto es casto, pero dio que hablar en la pacata sociedad machista de la época (que aceptaba desnudos pintados por hombres, pero no por mujeres). El cuadro obtuvo una mención especial.

Fue fundadora de la Société des Femmes Peintres et Sculpteurs, y dirigió su revista, que gozó de gran predicamento en el mundo artístico, cuña del feminismo artístico en un mundo dominado por varones. Francia le otorgó la Cruz de Oficial de Instrucción Pública. En 1892 participó en la Exposición Internacional Blanco y Negro, de Bruselas, con una acuarela: “Lilas en fleurs (Parc Monceau)”. Aún presentaría en la Exposición Nacional de Madrid de 1899 dos marinas: una al óleo, otra al pastel. Obtuvo otra mención honorífica, al igual que Pablo Ruiz Picasso.

Nuevos triunfos internacionales consolidaron el nombre de la artista en todos los foros pictóricos europeos durante la década de los años ochenta, aunque no faltaron voces -sobre todo, en España- que intentaron desacreditarla tildándola de mera aficionada. En buena medida, estas opiniones desfavorables venían suscitadas por una cuestión ajena a la dimensión estética de su obra, y profundamente arraigada en la valoración moral que algunos críticos mojigatos hacían del contenido de sus cuadros. Y es que Margarita Arosa, pionera de la liberación y promoción de la mujer en una parcela que, como el mundo del Arte, seguía estando dominada por juicios e intereses masculinos, fue la primera pintora española que se atrevió a abordar en sus lienzos el tema del desnudo.

En 1901, Margarita Arosa falleció en París a los cuarenta y nueve años.

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