Antonia Hernández Calcedo nació en Madrid el 8 de mayo de 1947. Con tres años quedó huérfana de madre y desde los diez años convivió con su abuela Antonia Valero en la calle San Bernardo, de Madrid, de la que tomó el apellido artístico.

Con 17 empezó a estudiar enfermería y con 19, sin haber terminado los estudios, se casó y tuvo 4 hijas, las tres primeras nacieron en el País Vasco en 1968, 1970 y  1972 donde residieron 5 años y la cuarta en Madrid en 1975, donde la familia residió el resto de su vida.

Marcó su vida y su trabajo la enfermedad de una de sus hijas, Ana, quien desde la infancia sufre una osteogénesis imperfecta (huesos de cristal), quedando ciega a los cinco años de un ojo y a los doce de otro, sufriendo múltiples fracturas y operaciones.

Con las niñas ya algo crecidas cursó el acceso a la Universidad para mayores de 25 años. Terminó la carrera de enfermería y se matriculó en la UCM para cursar Bellas Artes licenciándose en el año 1992,  y cursando el Doctorado hasta 1994, encauzando así la que era su vocación y siguiendo los pasos de su padre que trabajó el dibujo a carboncillo y plumilla, técnicas con las que realizaba retratos y dibujos que parecían autenticas fotografías debido a su perfecta técnica.

Homenaje a Lidia Falcón (2017)

Antonia Valero desde joven se interesó por el arte y aunque comenzó trabajando la pintura, tras su paso por la facultad, a lo largo de su carrera artística, lo hizo en diferentes disciplinas artísticas. Su producción abarca pintura, fotografía, vídeo, escultura e instalación. Sintió predilección por los monocromáticos, el arte efímero, la poesía, y la música. En sus trabajos destaca la utilización de materiales industriales, la geometría, los puntos de intersección y las retículas, elementos que influyeron y fueron usadas, en mayor o menor medida, en sus obras, que tienen como denominador común producir en el espectador sensaciones encontradas.  Sobriedad, orden, silencio y fragilidad, frente a la retórica, el caos, la poética y la  fuerza.  La obra de Antonia Valero es contradictoriamente barroca y lírica en su minimalismo.

Lo orgánico y lo geométrico revelan un orden que alcanza los sentidos para ser tejido causal en desbordante fantasía. De ahí que la obra de Antonia Valero asuma postulados minimalistas para alcanzar una ornamentación plena de sentido. Desde el mallaje que anima la textura al juego de factores, fruncidos, rotos e interrelaciones, se abrevian los tonos de una tupida red a modo de intensidades figuradas.

Como artista participó en numerosas exposiciones individuales y colectivas, y recibió críticas muy favorables de personas relevantes del mundo del arte, como también lo fueron quienes prologaron sus catálogos. A lo largo de su carrera, su obra también recibió números premios.

Columbario (1994)

Obra realizada en colaboración con Aitor Zubillaga

Dadas sus convicciones sobre la situación actual del arte y su compromiso con el
feminismo, perteneció a varios colectivos de mujeres artistas, entre ellos fue
vicepresidenta de Blanco Negro y Magenta con quien participó en numerosas
exposiciones, hasta su fallecimiento repentino con 71 años el 25 de mayo de 2018.

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