Nació en Almenar de Soria (Soria) en 1911, en el seno de una familia modesta. Su padre, Pedro Gascón, era mecánico de profesión, y su madre, Vicenta Pérez, se encargaba de las tareas de la casa.
Desde su nacimiento tuvo una frágil salud, por lo que vivió rodeada de las atenciones de su madre, abuela y tías maternas. Pronto manifestó interés por el dibujo y la pintura, así como su amor a los animales, especialmente a los gatos, afectos que mantuvo intactos a lo largo de su vida. Su infancia transcurrió en Málaga donde cursó los estudios de bachiller.
Obtuvo el título de maestra de primera enseñanza en la Escuela Normal de Magisterio de Guadalajara y poco después el de profesora de Dibujo en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid. En mayo de 1935 fue nombrada encargada de la enseñanza de Perspectiva en la Escuela de Artes y Oficios de la capital, mientras completaba sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. A finales de 1936, fue trasladada por necesidades educativas al Instituto Lope de Vega de Madrid.
Tras el estallido de la guerra civil, trabajó en la Junta de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico, organismo creado para preservar el Patrimonio Cultural Español.
Una vez finalizada la guerra, se exilió en la ciudad de México, donde contrajo matrimonio y fijó su lugar definitivo de residencia. Rápidamente se integró en el mundo cultural mexicano, compaginando la enseñanza del dibujo y su incansable labor como pintora, también con la práctica de otras técnicas como el grabado y el esmalte, y dedicándose a la que fue una de sus ocupaciones más importantes: la ilustración.
Elvira realizó magníficas ilustraciones como fruto de la estrecha relación que mantuvo desde 1939 con el Fondo de Cultura Económica y las secciones culturales de periódicos y revistas mexicanas de gran tirada, como El Nacional y Novedades.
Don Quijote, derribado: no vencido (1970)
Entre 1946 y 1956 colaboró con esas publicaciones, destacando por su personal estilo dibujístico, calificado de “helenismo piccasiano”. La influencia de la tradición muralista mexicana se dejó sentir en sus propios murales repartidos por iglesias y hospitales del país para los que inventó la técnica del “concreto teñido”.
La artista soriana realizó una importante producción, compuesta por pinturas murales y al óleo, esmaltes, grabados, carteles, folletos y programas; ilustró artículos en periódicos y en más de 210 libros de reconocidas firmas publicados por el Fondo de Cultura Económica. En el 2011 el Ateneo español de México, organizó una recopilación de sus obras en la exposición “Pequeños retratos/grandes personajes”, para ello reunió obras creadas con diferentes técnicas de dibujo, como la línea, la tinta sobre papel, la aguada y el esgrafiado.
Elvira Gascón siempre acudió al dibujó como base de todos sus trabajos, como disciplina y como punto de partida de su estética influida por las vanguardias, y que en esa exposición utilizó para retratar a Ramón del Valle Inclán, Benito Pérez Galdós, Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, León Felipe, Max Aub, Luis Cernuda, Ramón Xirau, Pablo Casals; y a su esposo, el arquitecto Roberto Fernández Balbuena.
Pareja (s/f)
El espíritu de su obra se centró en tres temas claves: el erotismo, la religión, la maternidad, la mitología clásica y el mundo indígena. En palabras de Margarita Nelken:
“…Elvira Gascón nos llegó de su España nativa, cuando el magno éxodo de la cultura española. Y fue aquí, y por cuanto de aquí se le entró de inmediato por los ojos, y muy reflexionadamente en el corazón, en donde realmente se alcanzó a sí misma.”
Siguió trabajando y colaborando con instituciones asistenciales hasta que se lo permitió la enfermedad de párkinson que la aquejaba, murió en Ciudad de México en el 2000. Nunca regresó a España y su archivo personal fue donado por su hija Guadalupe al Colegio de México.
http://dbe.rah.es/biografias/45719/elvira-gascon-perez
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