Rebeca Matte Bello nació en Santiago (Chile) en 1875. Fue la única hija del destacado político, y ministro del Estado chileno Augusto Matte Pérez y de Rebeca Bello Reyes. Su madre al dar a luz quedó sumida en una amnesia total de la cual nunca se repuso. La pequeña Rebeca creció al cuidado de su abuela materna.

Se educó rodeada de intelectuales, ya que a la casa de su abuela concurrían destacados hombres de la época como José Victorino Lastarria, los hermanos Amunátegui Aldunate y Alberto Blest Gana, entre otros.

Inició sus estudios de escultura en Roma. Más adelante se trasladarse a París e ingresa en la Académie Julian. De esta época juvenil surgieron importantes obras que destacan por su fuerte acento dramático. También durante este período contrajo tuberculosis, una enfermedad que le acarrearía un gran dolor.

Entre 1900 y 1901, Rebeca Matte recibió sus primeras medallas y distinciones en Europa y en Chile; en esos años se casó con el joven diplomático Pedro Felipe Íñiguez Larraín. De este matrimonio nació Eleonora Íñiguez Matte, más conocida como «Lily», fuente de inmensa alegría para la escultora y cuya crianza la mantuvo alejada de los talleres por varios años.

Horacio (1910)

Museo Nacional de Bellas Artes de Chile

Tras esa pausa, Rebeca Matte retomó su trabajo de escultora y produjo una serie de obras en mármol y bronce que destacan por su madurez y técnica. Tras breves estancias en Chile, la artista se estableció en Florencia. A lo largo de su carrera, trabajó la talla directa del mármol y el vaciado en bronce.

El Gobierno chileno le encargó una escultura para ser donada al Palacio de la Paz que se comenzaba a construir en La Haya, esta escultura fue instalada en el año 1914 justo antes del inicio de la Primera Guerra Mundial y paradójicamente se le conoce como La Guerra. Este monumento de Rebeca Matte desató la musa de varios escritores y poetas italianos y norteamericanos. En 1920, el Gobierno chileno nuevamente le encargó una obra, en esta ocasión fue el monumento a los Héroes de la Concepción, emplazado en la Avenida Libertador Bernardo O’Higgins, y que, según la mayoría de los críticos de arte, es una de las esculturas más bellas con que cuenta la ciudad de Santiago.

Destacan además, Ícaro y Dédalo donada por su esposo al Museo Nacional de Bellas Artes en el año del fallecimiento de la artista e instalada en el frontis del Museo en el año 1930; esta escultura lleva inscrita la frase Unidos en la gloria y en la muerte. Existen al menos dos réplicas de la misma escultura que tiene diferentes nombres, ya que el gobierno de Chile encargó a la artista la ejecución de esta obra con el objeto de obsequiarla a Brasil en el día del Centenario de su Independencia. Otra de sus obras es El Eco, también ubicada en el Museo Nacional de Bellas Artes.

«Unidos en la gloria y en la muerte» (Ícaro y Dédalo) (1922) 

Durante su estadía en Florencia se manifestó con más violencia la tuberculosis de su hija Lily, que ella le había contagiado. Trasladada a un Sanatorio en los Alpes suizos, la joven finalmente falleció en 1926, dejando a su madre sumida en el mayor de los sufrimientos. Rebeca Matte no volvió a crear y dedicó los últimos años de su vida a editar los versos que había escrito su hija y a fundar varias instituciones de beneficencia en su nombre.

Rebeca Matte murió a los 53 años en París, el 15 de mayo de 1929. Su padre había muerto en Berlín en 1913. Sus restos descansan junto a los de su esposa en un monumento ideado por la artista y en cuya puerta se exhibe la estatua del Dolor, una de su más atrevidas concepciones.

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