La baronesa Elsa Hildegard Plötz nació en 1874 en Swinemünde (Polonia), ciudad que en las fechas del nacimiento de Elsa pertenecía a Alemania. Durante su infancia y adolescencia sufrió la dureza de su padre y a los 18 años, después de la muerte de su madre, no dispuesta a seguir soportando las palizas que, con el cinto le propinaba su padre como método disciplinar, huyó y se instaló en la vivienda de un familiar de Berlín.

Fotografía de Maria Germanova vestida para la obra de teatro «El pájaro azul» de Maurice Maeterlinck, que se estrenó en 1908 en Moscú. Ampliamente difundida erroneamente a Elsa von Freytag-Loringhoven

En la ciudad alemana comenzó a trabajar en un cabaret, posando para artistas locales, lo que le permitió frecuentar círculos de teatro bohemios.

Estudió arte en la colonia de artistas de la ciudad alemana de Dachau, cerca de Múnich, antes de casarse en 1901 con el arquitecto berlinés August Endell, por lo que cambió su nombre al de Elsa Endell. El matrimonio mantuvo una relación abierta y en 1902 se enamoró de un amigo de la familia, Felix Paul Greve, poeta y traductor de origen alemán que años más tarde se convirtió en el autor y traductor canadiense Frederick Philip Grove. En 1907 Elsa y Greve se casaron y como ciudadanos del mundo y grandes viajeros se instalándose en una pequeña granja en Kentucky (Estados Unidos).

El matrimonio duró poco, Greve se fue y ella siguió su camino hacia el este, concretamente en Nueva York, durante años vivió y trabajó en Greenwich Village, malviviendo en un cuchitril con numerosos perros. En ese tiempo conoció a quien se convertiría en su tercer marido, el barón alemán Leopold von Freytag-Loringhoven, el matrimonio se celebró en 1913 y desde entonces empezó a ser conocida como la baronesa dadaísta Elsa von Freytag-Loringhoven, sobrenombre con el que es conocida hasta hoy.

Instalada en Nueva York y nuevamente separada, Elsa retomó su trabajó como modelo para artistas y así contactó con el círculo de Djuna Barnes, Man Ray y Marcel Duchamp, con quienes tuvo una relación personal y artística intensa. Allí también comenzó su dedicación completa al arte en todas sus formas y lo abrazó como su única forma de vida.

En 1920 era la más radical de las artistas. Entendió antes que nadie la fuerza de los objetos. Ella misma consiguió convertirse en pieza, en creación, en artefacto, en “ready made” antes de los “ready made”. La revista The Little Review la presentó como “la única persona viva en el mundo que se viste Dadá, ama Dadá y vive Dadá”. Esculpió, escribió poesía vanguardista, en ocasiones ilustrada con sus propios dibujos y realizó performances callejeras. Empezó a publicar sus poemas y fue pionera en la poesía fonética. La mayoría de sus poemas permanecieron inéditos hasta que se publicó en 2011 el libro “Body Sweats: The Uncensored Writings of Elsa von Freytag-Loringhoven” (Sudores corporales: Los escritos sin censura de Elsa von Freytag-Loringhoven) considerado según New York Times como uno de los libros de arte más notables del año.

Baroness von Freytag-Loringhoven.

Courtesy of the Library of Congress.

La baronesa también realizó diseño de vestuario, esculturas y pinturas en forma de ensamblajes artísticos, creó desde objetos encontrados en la basura y los desechos que recolectaba de la calle.

Existen pocas piezas artísticas de la baronesa al día de hoy, apenas se conservan «Enduring Ornament» de 1913, «Cathedral» de 1918 aproximadamente o «Limbswish» de 1920, por otra parte, el retrato que realizó de Marcel Duchamp, ha sido redescubierto por el Museo Whitney de Nueva York en 1996 y en el que se puede comprobar que es otro claro ejemplo de su utilización del ready-made. Últimamente ha habido otras investigaciones que confirman que algunas obras atribuidas a otros artistas de la época en realidad pertenecen a Elsa von Freytag-Loringhoven.

La obra «Dios» de 1917, por muchos años adjudicada al artista Morton Livingston Schamberg, pero el Museo de Arte de Filadelfia, que alberga la obra en su colección, ha reconocido al menos a la baronesa como coautora de la pieza. El crítico Francis Naumann argumenta que probablemente la baronesa tuvo la idea de combinar los elementos de la escultura (una pieza de tubería de hierro colocada al revés sobre una caja de ingletes de madera) y le dio el título, mientras que Schamberg la armó y la fotografió.

«La Fuente» (1917). Obra atribuida a Marcel Duchamp pero que probablemente en realidad pertenezca a Elsa von Freytag-Loringhoven.

Elsa von Freytag-Loringhoven también es, según las últimas investigaciones, coautora de «La Fuente» de 1917 la famosa pieza de Marcel Duchamp. Para Irene Gammel, su biógrafa, la elección de un urinario como pieza de arte corresponde a la estética de la baronesa y se aleja de las obras que Marcel realizaba en aquellos momentos. Además, Duchamp le contó a su hermana Suzanne, en una carta redactada en el mismo año, que una amiga suya de Filadelfia le había enviado el urinario para que lo presentara en la Exposición de la Sociedad de Artistas Independientes «

[…] una amiga, empleando el seudónimo de Richard Mutt, me envió un urinario de porcelana a modo de escultura». Por aquel entonces el gran Duchamp, había escandalizado al mundo del arte con un cuadro considerado obsceno, el célebre “Desnudo bajando una escalera”, pero en alguna ocasión el francés había afirmado que él no había sido el autor, pero que la historia le atribuirá inequívocamente la autoría de la pieza. Sin embargo, inicialmente nadie se preguntó sobre quién se escondía detrás del seudónimo. Investigaciones posteriores siguieron la pista de Richard Mutt hasta Filadelfia, donde precisamente coincide como lugar de residencia de la baronesa.

Freytag-Loringhoven también fue conocida por hacer performances en la calle, frecuentemente desnuda o vestida con objetos extraños. En una ocasión provocó uno de sus mayores escándalos impulsando la filmación estereoscópica del rasurado de su pubis, en otra se paseó desnuda por las calles de Nueva York con dos latas de tomate vacías en los senos y un par de cucharillas de café como pendientes y en otra se paseó rapada y con la cabeza pintada de rojo por lo que fue arrestada acusada de exhibición indecente. Elsa fue una mujer transgresora en todos los límites, con la genialidad que aporta saberse sola en el mundo, que usó su cuerpo como superficie artística y su sexualidad como arma revolucionaria.

En 1923 volvió a Berlín, pero se encontró con una ciudad devastada después de la Primera Guerra Mundial. Sin dinero y en un estado de salud al borde de la locura permaneció en esa ciudad, se sustentó gracias a amigas como Djuna Barnes, Berenice Abbott y Peggy Guggenheim, que le ayudaron económicamente y le ofrecieron apoyo emocional.

La baronesa murió en 1927, sola y sin reconocimiento en su apartamento de París debido a la inhalación de gas y en circunstancias poco claras. Se dice que pudo haber sido un accidente, pero que también podría haberse tratado de suicidio de la que fue pintora, escultora, performer y  poeta.

«Dios» (1917) de Elsa von Freytag-Loringhoven y Morton Schamberg.

Frecuentemente olvidada por la historia del arte, su faceta visual se ha puesto en relevancia cuando en 2013, las artistas Lily Benson y Cassandra Guan realizaron el documental “The Filmballad of Mamadada” (La filmbalada de mamá dadá) una biografía experimental donde se narra su vida y cuenta con testimonios de cincuenta personajes relevantes del mundo cinematográfico. El film se estrenó en el Festival Internacional de Cine Documental de Copenhague y viajó por diversos festivales de cine del mundo.

https://es.wikipedia.org/wiki/Elsa_von_Freytag-Loringhoven

Una pregunta obvia es: ¿por qué Elsa von Freytag-Loringhoven nunca reclamó la autoría de «La fuente»? “Nunca tuvo la oportunidad. Mientras vivió, el urinario fue desechado, se perdió y se olvidó rápidamente. Murió en 1927, ocho años antes de que Breton se lo atribuyera a Duchamp. Décadas después de la muerte de Elsa, Duchamp encargó la primera réplica. Él ascendió al estrellato, mientras ella terminó como una nota a pie de página en la historia del arte moderno. Su carrera artística es paradigmática de lo que le ocurrió a incontables artistas mujeres que fueron ignoradas, marginadas y excluidas del canon.

Texto de El cohete a la Luna

https://www.elcohetealaluna.com/el-arte-del-siglo-xx-tiene-nombre-de-mujer/