María de los Remedios Alicia Rodriga Varo y Uranga nació en 1908 en Anglés (Gerona) y creció desde los 9 años en Madrid donde su familia trasladó su residencia, por las necesidades laborales de su padre, ingeniero hidráulico y libre pensador. Tuvo una infancia enfermiza con problemas cardíacos y mostró desde pequeña una natural inclinación por la pintura, que le servía de válvula de escape ante la educación de los colegios de monjas donde fue educada. Mientras, aprendió a utilizar los instrumentos de su padre, dando también muestras de su interés por la perspectiva, la composición y el dibujo.
Ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid a los 15 años, convirtiéndose así en una de las primeras mujeres estudiantes y tuvo como profesores a Manuel Benedito y a Julio Romero de Torres entre otros. Compartió tertulias y vivencias en la Residencia de Estudiantes con artistas como Federico García Lorca y Salvador Dalí.
En 1930, al terminar sus estudios, se casó con su compañero de estudios Gerardo Lizarrageside cambiando su residencia a París por un año. A su regreso se estableció en Barcelona, donde trabajó realizando dibujos publicitarios y cartelería. Frecuentó los círculos libertarios, especialmente el Sindicato de Dibujantes de la Confederación Nacional del Trabajo. En 1935 se separó de Gerardo.
Esteban Francés la introdujo al círculo de surrealistas, por lo que Remedios se integró rápidamente en el grupo surrealista catalán llamado Lógicofobista (opuestos a la lógica) en el que también se encontraba Maruja Mallo, en el grupo se trabajaban y experimentaban conceptos sobre el alma humana y que plásticamente conectaba con el realismo mágico. En 1936 participó en la exposición de Lógicofibista, su producción de esa época es poco conocida, pero las obras que se han conservado indica claramente la dirección que iba a seguir en las décadas posteriores.
La Roulotte (1955)
De profundo espíritu pacifista e ideología anarquista, una vez declarada la Guerra Civil se posicionó del lado republicano; mientras el poeta Benjamin Péret llegó a España para defender a los antifranquistas combatiendo en el frente de Aragón, concrétamente formando parte de la «Columna Durruti». Por indicación de amigos comunes se presentó en la casa de Varo e inevitablemente se enamoraron, dado el curso de la contienda, se tuvieron que refugiar en la capital francesa ayudados por el periodista americano Varian Fry, que dirigía una red de rescate en lugares de conflicto, como más tarde lo hizo salvando entre 2,000 a 4,000 miembros de la resistencia de judíos de Alemania. En 1941 con la llegada de los nazis a París y después de mil peripecias y pasar por un campo de internamiento del Gobierno de Vichy, pudo llegar a Méjico, allí gracias a la política de Cárdenas recibió inmediatamente asilo y permiso de trabajo. Remedios, para ganarse la vida, realizó toda clase de trabajos artesanales, como también lo había hecho en Francia.
“No fue fácil vivir de la pintura en París. Tuve muchas especialidades, entre ellas fui locutora. Traducía conferencias para latinoamericanos…”
En 1947 se separó de Benjamín Péret y Remedios partió hacia Venezuela en una expedición agrícola, entomológica y científica del Instituto Francés de América Latina como ilustradora de insectos, paralelamente realizaba trabajos publicitarios para la empresa farmacéutica Bayer de Méjico, firmando estas pinturas con su apellido materno Uranga.
En 1949 regresó a Méjico y se casó con el político austriaco refugiado Walter Gruen, con quien permaneció hasta el día de su muerte. Nuevamente pudo tomar su creatividad artística y formar parte de un grupo surrealista, retomó su relación con Esteban Francés y sobre todo comenzó su gran amistad con la pintora británica Leonora Carrington. Ambas poseían un exquisito sentido del humor y una imaginación desbordante que, a veces, aplicaban a sus famosas recetas visionarias, ambas formaron un tandem de pintoras exquisitas y que produjeron las mejores obras del arte surrealista .
Desde 1955 se dedicó plenamente a la producción artística desarrollando el momento más interesante de su trabajo y concretando un estilo que le ha hecho inconfundible con una amplia representación de la mujer con la perspectiva de su propia experiencia, sus obras siempre tienen un relato de conciencia feminista, entre lo racional, lo fantástico, la naturaleza y lo sobrenatural.
Ascensión al monte análogo (1960)
Sus figuras estilizadas parecen sacadas de cuentos de estética medieval, en las que se advierte la impronta de El Bosco y Brueghel el Viejo, cuyas obras pudo contemplar en el Museo del Prado cuando era niña, lugar al que su padre le gustaba que le acompañaran. En sus obras parecen también el gusto por las escenas referidas a la alquimia, a las maquinarias y sus metamorfosis de la figura femenina que se rodean de elementos oníricos y que en su conjunto transmiten siempre misticismo.
Además de la obra pictórica escribió libros, como «De Homo Ródano» (1959), «Consejos y recetas» (1985, póstumo) y los inéditos «Lady Milagro» y «Costumbres tropicales» (con César Moro). Remedios Varo está considerada la introductora del surrealismo en México. Aunque menos conocida, también desarrolló una faceta como escultora, trabajó con diversos materiales como huesos, espinas de pescado, residuos orgánicos, alambres, cuerdas… como también lo hacía la Escuela de Vallecas.
Remedios Varo murió en su etapa más creativa en Ciudad de Méjico de un paro cardíaco en 1964.
Deja una respuesta