Le Noir nació en un lugar de Francia, en el siglo XIV. Nada se sabe sobre su vida personal y no es muy conocida en la historia del arte. Sin embargo, por los documentos existentes que la mencionan, se sabe que era una iluminadora que colaboró con Jean Le Noir, su padre, para ilustrar manuscritos.
Libro de Horas de Juana de Navarra (1336-40)
Biblioteca Nacional de Francia
Bourgot Le Noir aprendió con su padre y fue empleada en su tienda. Su trabajo incluía libros de oraciones, libros de horas y otras iluminaciones. El papel de Bourgot en el taller familiar debió de ser relevante como lo prueba el simple hecho de que su nombre sea recogido en la documentación de la época con la misma importancia que su propio padre. Más tarde, junto a su padre se mudó a París, donde fue patrocinada entre otros por Juan el Bueno, rey de Francia y Juan I, Duque de Berry y finalmente a Bourges, donde Bourgot le Noir volvió a trabajar para el Duque de Berry.
El estilo de Bourgot y Jean Le Noir sigue de cerca las obras de Jean Pucelle, aunque su arte se desvió a «un expresionismo más intenso», aunque «delicioso y delicado» según recoge Wendy Slatkin en su libro `Women artists in history : from antiquity to the 20th century´. Esta influencia se muestra en los fondos decorativos y de gran colorido, las imágenes alrededor de los márgenes y los tonos de gris utilizados en las pinturas con la técnica de la grisalla, propio del estilo de Pucelle.
Miniatura de la herida en el costado de Cristo y los instrumentos de la Pasión, Libro de Oraciones de Bonne de Luxemburgo (1349)
Colección Metropolitan Museum, Nueva York
Las obras de autoría segura incluyen un libro de horas para Yolanda de Flandes y un libro de oraciones para Bona de Luxemburgo, la esposa de Juan el Bueno. También se sabe que sus clientes incluyen a Juan I, Duque de Berry y Carlos V, ambos personajes clave de su tiempo.
La colaboración de padre e hija fue significativa y marcó el comienzo de un aumento de mujeres en los registros del gremio de pintores de Brujas, que eran un 12 por ciento en 1454, y continuó creciendo hasta un 25% a fines del siglo XV.
Psalterio de Bona de Luxemburgo (1349), de Jean y Bourgot Le Noir
Colección Metropolitan Museum, Nueva York
La colaboración de padre e hija fue significativa y marcó un comienzo que allanó el camino para que futuras mujeres artistas participaran en ese campo. A medida que las mujeres se volvían más activas en la comunidad artística, el número de mujeres en el gremio de pintores de Brujas se disparó al 25 por ciento del total de artistas en el siglo XV. Además, la extensión de este campo contribuyó a que continuara el nacimiento de la pintura en miniatura en el siglo XVI.
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