Felicia Abban nació en 1935 en Sekondi-Takoradi (oeste Ghana). La mayor de seis hermanos, a los 14 años su padre le permitió formarse como fotógrafa.
Fue atenta aprendiza durante tres años, observando cómo preparaba la puesta en escena, pensando que las mujeres tenían más habilidad para esos planteamientos. Completó su formación en el Estudio Bennet de Inglaterra y a los 18 años, recién casada, se trasladó de Takoradi a Accra, la metrópoli, para abrir en 1955 en el centro de Jamestown su estudio de fotografía al que bautizó como Mrs Felicia Abban´s Day and Night -Quality Art Studio.
Teniendo en cuenta la época, hay que reconocer que los hombres que rodearon a Abban jugaron un papel importante. Primero su padre, por no tener prejuicios en que su hija mayor siguiera sus pasos en el oficio que él había heredado también de su padre; Richard Bonco Abban, la persona con la que Felicia se casó y que, además de diseñar la tela con la que se conmemoró la independencia del país de la mano de Kwame Nkrumah, no solo no impidió sino que alentó a Abban para que desarrollara su trabajo, facilitando su vínculo con las altas esferas.
Por todo ello, Felicia Abban fue imponiéndose en un entorno masculino, aportando su estilo y capacidad creativa. Se convirtió en la primera mujer fotógrafa del país y trabajó tanto para el presidente Nkrumah como para Guinea Press Limited –que aglutinaba entre otros medios oficiales al The Ghana Evening News y al Guinea Times.
Como fotógrafa debía ser rápida. La delegación de Nkrumah siempre era trepidanteca y yo debía ir por delante de ellos para tener la mejor vista. Debía correr. En ese momento estaba más delgada, por lo que podía realmente correr.
Sin título (s/f)
En 2019, contando 64 años, estuvo en la Bienal de Venecia, siendo una de las siete artistas elegidas para representar a tres generaciones de arte ghanés. En los Encuentros de Bamako (Malí) de ese mismo años le rindieron un merecido homenaje mostrando sus autorretratos.
Pero Abban no necesitó nunca ese reconocimiento tardío. Se dio a conocer a través de los autorretratos que se hacía pocos instantes antes de salir para acudir a una cena o a un evento, sabía que esa era su mejor carta de presentación, las llamaba sus «tarjetas de llamadas». La mirada femenina de la ghanesa sobre lo que estaba pasando en esos primeros años tras la independencia, por medio de si vestuario y accesorios, que eran su signo de identidad. Utilizó la ropa para mostrar una identidad femenina que jugaba con lo tradicional y lo contemporáneo en una hibridez artística descrita como urbana y transatlántica.
Sin título (s/f)
Considerada por los críticos como una «analista detallista de la transformación de su país», Abban fue lo que hoy calificaríamos como influencer. Alcanzó en 1998 la presidencia de la Unión Profesional de Fotógrafos de Ghana. Formó a las jóvenes que querían aprender el oficio con la misma naturalidad que lo aprendió ella, y su «fotografía revolucionaria» logró siempre captar el estilo y la actitud de quienes se ponía delante de su lente.
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