María Luisa de la Riva y Callol de Muñoz nació en Zaragoza en 1865. Se desconoce bastante de su biografía, pero está documentado que fue alumna del escultor Mariano Bellver y Collazos y de los pintores Antonio Pérez Rubio y Sebastián Gessa y Arias, con quien se especializó en el género del bodegón y la pintura de flores.
Se casó con el pintor Domingo Muñoz Cuesta y puede considerarse como una de las pocas artistas españolas que llegaron a crear un estudio de formación para mujeres pintoras, y a tener una dilatada y brillante trayectoria artística en España, llegando a tener obras expuestas incluso en la Exposición de Arte Español de San Petersburgo de 1900.
Desde finales de la década de 1880 se sabe que residió en París, lo cual ayudó a su participación regular en las exposiciones de los Salones nacionales y en las muestras de mujeres artistas que se celebraron en esa ciudad.
Su traslado a Francia se debió en parte a las posibilidades de expansión internacional que París ofrecía. Por otro, el hecho de que las pintoras francesas, pioneras en la reivindicación de la mujer artista, llevaban a cabo iniciativas para tener una presencia más activa, en unas ocasiones mediante asociaciones profesionales y en otras organizando exposiciones en las que la participación era exclusivamente para mujeres.
Uvas y granadas (hacia 1920)
Colección Museo Nacional de El Prado
María Luisa de la Riva también destacó por su activismo feminista al reivindicar el derecho de la mujer a ser considerada como artista profesional. Además, fue miembro activo de la Unión de Mujeres Pintoras y Escultoras de Francia; miembro del Jurado de la Sociedad de Mujeres Artistas de París; miembro de la Asociación de Mujeres Artistas de Berlín y de la Asociación de Mujeres Pintoras y Escultoras de Viena.
En España participó en las exposiciones de pintoras, que empezaron a realizarse a finales del siglo XIX . La obra de De la Riva se considera de carácter decorativo, amable, elegante y de gran expresividad desde el punto de vista técnico y formal. Estas características contribuyeron al éxito de sus obras, las cuales fueron gratamente aceptadas por parte del sector más tradicional del mercado artístico. También gozó del beneplácito de la crítica de Arte en el ámbito internacional y nacionales que no dudaron en publicar para periódicos como La Ilustración Española y Americana, La Época, El Imparcial o El Correo.
María Luisa consiguió ser reconocida por parte de instituciones académicas y gubernamentales lo cual quedó patente por los premios recibidos como la Palma de la Academia de Bellas Artes (Francia), la Roseta del Ministerio de Instrucción Pública español, la Orden de Nischan Iftikai de Túnez. Además, fue Socia de Honor y Mérito de la Sociedad de Amigos del País de Santiago de Compostela.
Colección Museo Nacional de El Prado
Puesto de flores (hacia 1887)
Participó en numerosas muestras y certámenes, como en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1887 y 1895 en las que obtuvo mención de honor y en las de 1897 y 1901, sendas terceras medallas por los lienzos titulados “Uvas de España” y “Frutas de verano”. En 1920 recibió una segunda medalla por “Uvas y granadas”. Además fue galardonada con tercera medalla en la Exposición Universal de París de 1889 y en la Exposición Universal de Barcelona de 1888. La Universidad de Zaragoza en el 2014 trató de recordar y ensalzar la figura María Luisa de la Riva, a la que consideró como una de las artistas más destacadas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX prácticamente desconocida hasta la fecha; llevando a cabo una exposición, en el Paraninfo.
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