Victoria Sandberg, más conocida como Vicki Penfold, nació en Cracovia (Polonia) en 1918. Tuvo una vida novelesca como la de gran parte de su generación nacida en plena Primera Guerra mundial en una Europa que enfilaba el abismo.

Tras recibir sus primeras clases con tan solo 15 años en el instituto de Artes de Cracovia en 1934, se encaminaba con paso firme a una carrera artística incierta dada su doble condición de mujer y artista, pero la Segunda Guerra Mundial se interpuso en su camino. Considerada desafecta al régimen estalinista, es deportada a un campo de concentración en Siberia, donde permanece dos largos años. Durante ese tiempo la pintura solo es un vago recuerdo y se dedica durante largas y agotadoras jornadas a la tala de árboles.

Tras la invasión alemana de la URSS, logra salir del campo y comienza un largo exilio que le llevará a Uzbekistán, Teherán y Bombay. Finalmente, en un buque inglés llega a un campo de refugiados en Kenia en donde su suerte cambiaría para siempre. Allí se establece en Tanzania, a las faldas del Kilimanjaro, contrae matrimonio y retoma la pintura. África le hará olvidar el helado invierno de la guerra y el hambre.

Recupera el sentido del color y se vislumbra su trazo más definitorio; una energía telúrica, una mezcla de pincelada tierna e implacable. Es entonces cuando comienza a interesarse por plasmar la naturaleza y por encima de todo, uno de los géneros que más cultivará a lo largo de su vida: el retrato.

Sin título (1984)

Penfold pinta sin descanso a las mujeres africanas con una paleta cromática abierta, dando rienda suelta a la calidez, con unos trazos marcadamente expresionistas. Su pericia le confiere cierta fama en la región tanto entre la colonia británica como en destacadas personalidades políticas. Es entonces cuando pinta al sultán de Zanzíbar, a los gobernadores de Tanzania, Tanganica y Uganda e incluso a la Princesa Isabel de Inglaterra.

En 1963 el genio del Expresionismo Abstracto Óscar Kokoschka la acepta como pupila en la Escuela de la Visión de la Vista en Salzburgo. Finalmente recala en las islas Canarias, y en su taller ubicado en Puerto de la Cruz encuentra un refugio único para pintar. Allí también atesora una impresionante colección de arte africano.

Sin título (1983)

Su pintura, fue siempre figurativa y sincera. Sus retratos creaban un espacio irreal pero reconocible. También mostró predilección por pintar una flor en especial: la dama de la noche cuya floración es nocturna. Penfold dedicó largas series a esta delicada flor insomne, con una ternura sobrecogedora como reconociendo en un espejo ignoto lo que fue su vida dedicada a la pintura que le permitió florecer ante la oscuridad del siglo.

Vicki Penfold falleció en 2013 Puerto de la Cruz (Tenerife), habiendo sido miembro de la Real Sociedad de las Artes de Londres, de la RACBA., de mérito de la Agrupación de Acuarelistas Canarios y en 2004 fue nombrada Hija Adoptiva del Puerto de la Cruz (Tenerife).

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