Adelina Labrador González nació en Madrid en 1910 en el seno de una familia de militares farmacéuticos y políticos, concretamente Celedonio Sastre, fue alcalde de Ávila y creó una comisión que llevó al Vaticano la petición de nombrar a Teresa de Ávila Doctora de la Iglesia.

Estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y amplió sus estudios en el Instituto Superior de Bellas Artes de París, donde fue la primera mujer que obtuvo la categoría de «Muy Excelente».

Pasó la Guerra Civil en Barcelona, junto a su madre, en donde realizó distintas colaboraciones meteorológicas, dibujando mapas del tiempo junto al también abulense, Arturo Duperier. Tras la contienda, y ya en Madrid, ingresó en la Asociación de Pintores y Escultores, donde fue reconocida como Socia de Mérito.

Obtuvo la Segunda Medalla del Salón de Otoño de 1948 y concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1950 con la obra titulada “Tierras doradas”.

En la Hoja Oficial del lunes del 19 de febrero de 1951, encontramos una reseña firmada por Sánchez-Camargo, en la que se lee: a modo de crítica:

Adelina Labrador….esta pintora traduce en muchos de sus lienzos lo que le impone el sexo: sensibilidad”

Bodegón con motivos abulenses (aprox. 1950)

En 1960 publicó el libro titulado “Ávila: fuente de inspiración para todos los artistas”, publicado por la Fundación Gran Duque de Ávila y en la que realizó las pinturas murales al fresco de la cúpula de la Iglesia de San Antonio de Ávila, así como los sótanos del Torreón del Palacio del Marqués de Velada.

Realizó además distintas labores de conservación y restauración en el Monasterio de El Escorial y en la Catedral de Santiago de Compostela, además de la Catedral de Ávila, la Basílica de San Vicente y otras muchas iglesias de aquella ciudad.

Como conservadora, cabe destacar especialmente su trabajo en el Museo del Marqués de Cerralbo, el Museo Sorolla y en El Prado de Madrid, donde intervino distintas obras religiosas.

San Pedro de Madrugada (s/f)

En los años sesenta, estudió enfermería en la capital y se vinculó al Instituto Católico de París en Madrid, donde impartió clases de francés, así como en el Colegio San José de Cluny de Pozuelo de Alarcón, en Madrid que compaginó con las de dibujo.

Una de sus últimas muestras fue la que tuvo lugar en la Sala de Exposiciones del Torreón de Lozoya, junto a Rosario de Novales Mantilla de los Ríos, en agosto de 1980.

Desarrolló su obra pictórica por numerosos países europeos, como Austria, Italia, Francia, Bélgica, Escocia y Holanda y sus obras están expuestas en edificios y entidades oficiales, así como en colecciones privadas de Estados Unidos, y Alemania.

Abulense de corazón, mantuvo una estrecha vinculación con Ávila y con Zorita de los Molinos. Tras su jubilación estableció su residencia en Ávila, ciudad en la que falleció en 1999.

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