Carmen Herrera


Nació en La Habana (Cuba) en 1915. Fue la menor de siete hermanos. Sus padres eran periodistas contrarios a Gerardo Machado primero y a Fidel Castro después. Su padre fundó uno de los periódicos más importantes de Cuba y su madre, además de reportera y columnista, era líder del movimiento feminista. Por el contexto político y social del país, Carmen Herrera estudió en París durante su adolescencia y volvió a La Habana para estudiar arquitectura en la universidad. Por aquella época, además, ya había empezado a dar sus primeros pasos la pintura, se inspiró en los trabajos de Amaleia Peláez, la famosa pintora cubana, para convertirse en artista.

Con 18 años participó en su primera exposición. Durante esta primera etapa, Carmen trabajó la figuración tanto en pintura como en escultura.

A mediados de los años 30, Carmen conoció al fotógrafo Jesse Loewnthal y se casaron en 1939. Carmen abandonó sus estudios de arquitectura y se mudaron a Nueva York, donde descubrió que su verdadera vocación era el arte. Tras pasar la Art Student’s League de Nueva York, en 1948 se irá junto a Jesse de nuevo a París. En esta ciudad entabla amistad con J. P. Sartre y Simone de Beauvier o con la pintora Marie Raymond, madre de Yves Klein.

Su estancia en París será fundamental en la definición de su trabajo: descubre la abstracción geométrica de Malevich, Josef Albers y la Bauhaus, Mondrian o Sonia Delaunay y también a Matisse. Durante estos años, la obra de Carmen Herrera empieza a basarse en la combinación de dos o tres colores y de formas geométricas como el rectángulo, el triángulo o el semicírculo. A lo largo de su trayectoria, siempre ha ido tratando de simplificar y reducir elementos. Sobre esto ha dicho: “Cuando pienso que está terminado, le quito algo y está mejor”.

A principios de los 50, realiza una serie de obras en blanco y negro, en las que las proporciones ya se calculan con precisión. Aplica la pintura también en los bordes, dotando a la obra de un incipiente carácter tridimensional. Este tipo de obras se anticipan al minimalismo y al op art.

Rondo (Blue and Yellow) (1965)

En 1953, al volver a Nueva York, el expresionismo abstracto dominaba la escena artística, por lo que la situación no fue fácil para Carmen y su obra. Sin embargo, la situación tampoco mejor cuando poco tiempo después irrumpió el minimalismo, aunque por aquel momento, Carmen Herrera ya se relacionaba con Ellsworth Kelly, Barnett Newman, Leon Polk Smith o Peggy Guggenheim.

Entre 1959 y 1971, realiza la serie más destacada de su producción: “Blanco y verde”, que resuelve mediante la combinación de esos dos únicos colores y de formas rectangulares y triangulares. En esta serie, Carmen Herrera emplea diferentes tonalidades de blanco, a veces con matices cálidos, que interactúan con el blanco de la sala de exposiciones. Este tratamiento del color blanco podría explicarse por la admiración que siente hacia la obra del pintor Francisco de Zurbarán. Empieza a configurarse a través de ángulos cerrados y a romper la jerarquía entre el primer plano y el fondo, combinando solo dos colores, que ocupan superficies cada vez más grandes.

En torno a las mismas fechas, empezó a trabajar en sus Estructuras, una serie de obras tridimensionales basadas en sus pinturas. Las estructuras son obras monocromas de madera o aluminio que se completan con el entorno, de manera que la sala de exposiciones aporta el segundo color, casi siempre blanco.

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Untitled (1952) Colección MoMA

Las primeras referencias en medios de comunicación sobre la obra de Carmen empiezan a aparecer a mediados de los noventa pero no será hasta el año 2004 cuando, de manera casual, la situación cambió. El galerista Frederico Seve había anunciado una exposición colectiva de tres artistas latinoamericanas que trabajaban la abstracción. Carmen Herrera vendió su primera obra, y partir de este momento, sus precios se dispararon y sus exposiciones empezaron a ser cada vez más frecuentes. Nicholas Logsdail, director de Lisson Gallery, con la que actualmente trabaja, ha dicho de ella que es “el eslabón perdido. La artista que debería haber estado ahí y que de hecho estaba, pero que no era visible”.

La repercusión que tuvo su trabajo y su historia hizo que en 2015 se estrenara un documental sobre su vida, con motivo de su centenario, y que en 2016 el Whitney Museum le dedicara su primera gran exposición, titulada “Lines of sight”. (“Ya era hora”, dijo ella). Pero el reconocimiento a su trabajo no ha llegado solo por parte del mercado, los museos y las galerías. También del mundo de la moda. La firma Akris se inspiró en la obra de la artista para la creación de una de sus colecciones del año 2017.

Carmen Herrera continuó trabajando durante décadas con la ayuda de su asistente en el estudio de su casa de Nueva York, la misma en la que vivió desde que regresó de París en 1948. Su trabajo ha sido reconocido internacionalmente. Tras seis décadas dedicándose a la pintura, vendió su primera obra en 2004, cuando contaba 89 años de edad.

En 2022 falleció en Manhattan, cuando contaba 106 fructuosos años.

 

https://www.lissongallery.com/artists/carmen-herrera
https://www.plataformadeartecontemporaneo.com/pac/woman-art-house-carmen-herrera/

 


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