Marina Abramovic nació en 1946 en la ciudad de Belgrado (Serbia), su niñez transcurrió en la desaparecida Yugoslavia. Marina es nieta de un patriarca de la Iglesia Ortodoxa Serbia que, tras su muerte, fue proclamado santo, embalsamado y enterrado en la Iglesia de San Sava en Belgrado. Su padre fue un partisano de la Segunda Guerra Mundial, un comandante aclamado como héroe nacional al terminar la guerra. Su madre fue comandante en la armada y a mediados de los sesenta fue nombrada directora del Museo de la Revolución y Arte de Belgrado.
Debido al trabajo de su madre, Marina Abramovic desarrolló un temprano interés por el arte. A los seis años ya pintaba y era una ávida pianista. La familia de Marina siempre deseó que tuviese una amplia formación cultural, por lo que antes de llegar a su adolescencia ya hablaba de manera fluida francés, inglés, y era una voraz lectora.
En el año 1964 Abramovic se matriculó en la Academia de Bellas Artes de Belgrado y completó sus estudios de posgrado en la Academia de Bellas Artes de Zagreb (Croacia).
Durante sus años como estudiante, se enamoró de las performances y convirtió esa acción en su campo artístico definitivo, sintió que la pintura y el arte tradicional no eran suficientes para expresar sus ideas y necesidades como artista. Desde muy joven, producto de la tóxica relación que llevaba con su madre, Marina estuvo interesada en explorar su cuerpo; llevarse a sí misma hacia sensaciones y límites desconocidos. Es así como surgió su interés por el arte de acción.
En 1973, durante una estancia en Ámsterdam, realizó la performance titulado “Ritmo 10”, en dicha obra, Abramovic experimentó por primera vez con su cuerpo, al aplicar en sus manos la conocida «ruleta rusa» con cuchillos. A través de este proyecto marcó el uso de su cuerpo como canal definitivo para la expresión y la conciencia.
The Kitchen:
Homage to Saint Therese de Avila (2009)
Mi método trata de hacer todas aquellas cosas que al resto le dan miedo.
Apenas un año más tarde, Marina presentó tres instalaciones más, “Ritmo 5”, “Ritmo 2” y “Ritmo 0”. Con las que expuso su cuerpo a límites extremos, haciendo uso del fuego y el calor. También consumió, ante un gran público, drogas y medicinas antidepresivas, para demostrar así la inefable conexión mente-cuerpo.
La performance “Ritmo 0” está considerada una de las obras clásicas de la artista y con la que dejó claro su objeto de estudio preferido: el público. Llenó un salón entero de distintos objetos como cuchillos, látigos, una pistola y rosas con espinas, que puso a disposición de las personas asistentes y que podrían usarse sobre su cuerpo desnudo, desafiando así sus límites, tanto personales como artísticos.
En la década de los sesenta y parte de los setenta trabajó con el artista alemán Ulay que fue su pareja durante 12 años.
En los años siguientes de su carrera, Marina Abramovic se dedicó a presentar sus proyectos artísticos por varios museos de arte contemporáneo del mundo, como el Museo Nacional Británico de Arte Moderno.
Balkan Erotic Epic (2006)
Uno de sus trabajos más recientes es “Épica Erótica de los Balcanes”, una serie en la que se incluyen diferentes obras grabadas en video o con soporte fotográfico, en la que indaga en torno a la relación entre el sexo y la muerte. Para ello investigó en torno a los antiguos rituales paganos, que todavía hoy perviven en la cristiana Serbia, y que se utilizan con el fin de propiciar la fertilidad de la tierra, para pedir lluvias o como rito de sanación.
En el MoMA de Nueva York se expuso una gran retrospectiva de su obra titulada El artista está presente y más recientemente en el Teatro Real de Madrid realizó la performance de 4 horas de duración La vida y la muerte de Marina Abramovic.
Desde el 2010 dirige el Marina Abramovic Institute, una institución sin fines de lucro que apoya, explora y hace posible el arte del performance en el mundo, a través de talleres y proyectos artísticos.
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