Amelia Peláez del Casal, nació en Yaguajay provincia de Las Villas (Cuba) en 1897. Estudió en la Academia San Alejandro y fue alumna predilecta del maestro Leopoldo Romañach.

Realizó su primera exposición en 1924. Tres años más tarde viajó primero a New York y más tarde fijó su residencia en París  durante algún tiempo. Allí continuó estudiando y exponiendo individualmente en la Galería Zak.

El estilo único y personal de Amelia no solo está presente en su labor pictórica, sino también en sus trabajos en cerámica, que inició en 1950 y a los que se dedicó intensamente hasta 1962.

De regreso a Cuba en 1934, la autora de «La Costurera» y otras renombradas obras, convirtió en taller su casa de La Víbora, y tuvo una activa participación en el movimiento cubano moderno. Al año siguiente de su vuelta fue galardonada en el Salón Nacional y expuso, en el Lyceum muchas de las obras realizadas en París.Amelia Peláez del Casal, Costurera

Costurera (1936)

Colección Museo Nacional de

Bellas Artes de Cuba

Amelia trabajó, además del óleo, la cerámica y el vidrio, la cerámica, la ilustración y la técnica mural, de modo que le confirió a su trabajo un poder decorativo y práctico difícil de encontrar en otros artistas.

Con su incursión en la Cerámica, contribuyó a legitimar esa disciplina de la tradición cubana, tan antigua como la civilización, que tuvo que esperar varios siglos para dejar su impronta en la plástica. Amelia también se encuentra vinculada al tema de la naturaleza muerta. En sus obras mantiene un estilo muy peculiar; habitualmente las composiciones giran sobre un tema central, y aporta gruesas líneas negras que sirven de nexo de unión entre vivos colores y que, al mismo tiempo, utilizó ingeniosamente para realzarlos.

La creación de murales fue una de las facetas más celebradas de su producción. Uno de ellos merece especial mención, se trata del situado en la fachada del hotel Habana Libre, realizado en 1957. Amelia tituló a esa obra “Las frutas cubanas” y está formada por 700 000 teselas y ocupa una superficie de 69 metros de largo por 10 de alto con forma de letra L. La artista utilizó una restringida gama cromática: blanco, negro, gris y nueve gradaciones de azul, a la que sacó un extraordinario partido.

10 razones que hablan sobre el amor de los cubanos por Amelia Peláez

Frutas cubanas (1957)

Mural exterior del Hotel Habana Libre en La Habana

“Esos colores ciegan: / no los mires. / Son colores que rugen en la noche; / no los oigas. / En vano, en vano. / Para siempre los verás, los oirás. / La pintura girando”. Nicolás Guillén

Además es la autora de una cerámica mural situada en el Tribunal de Cuentas de La Habana realizada en 1953. También participó activamente en obras colectivas, como la realizada con motivo de la inauguración del XXIII Salón de Mayo de París.

Entre sus principales trabajos de otras disciplinas se encuentran “La costurera”, “Gudinga”, “Las dos hermanas” y “Las muchachas”. Amalia Peláez representó a Cuba en la Bienal de Venecia de 1952 y en la de São Paulo de 1953.

Con la llegada de la Revolución cubana, Amelia se mantuvo en La Habana hasta su muerte acaecida en 1968, conservando siempre activo su compromiso con la revolución. A su memoria se consagró una galería, en el Parque Lenin.

 

https://www.ecured.cu/Amelia_Pel%C3%A1ez

http://www.cubadebate.cu/especiales/2009/03/15/amelia-pelaez-la-musa-de-la-ceramica-cubana/#.XzLK2ygzYuQ