Isabel Martínez Ruiz, conocida como Isabel Santaló nació en Córdoba en 1923 en el seno de una familia acomodada.
Siendo la menor de tres hermanos y única hija, desde muy joven se interesó por el mundo de las artes. Estudió en el Centro de Artes y Oficios de Córdoba, ampliados después a la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, y más tarde en la Academia de San Fernando de Madrid.
Habiendo completado su formación con pintores como Daniel Vázquez Díaz; con escultores como Ángel Ferrán o haber trabajado en el mismo taller de Francisco Barón, pasó a estudiar la técnica de Restauración de pintura y a formarse en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, Instituto Central de Restauración de Roma, Museo del Louvre, París, Taller de Emily Rostain de París y Museo de Arte Moderno en Nueva York. Dedicó también tres años de su vida del 1969 al 1972 al estudio del arte oriental.
Pionera en el arte de restaurar fue llamada para trabajar durante un año en el Instituto de Restauración de Madrid.

Figura y Perro (1958)

Toda esta formación queda reflejada en el recorrido de su obra que aunque atravesó por diferentes etapas tienen como denominador común la minuciosa elaboración de sus cuadros y la proyección del espíritu libre y rígido a la vez, rasgos que caracterizan su personalidad.

Situada entre las primeras generaciones de mujeres creadoras vinculadas a la vanguardia artística del siglo XX, Isabel realiza obra sensitiva, real y cruda que pone de manifiesto la constancia y firmeza de su trayectoria artística. Una trayectoria que está definida por dos ejes centrales: la búsqueda y la creación.

Su obra viene avalada por valores transversales como constancia, humildad, esfuerzo y trabajo que unidos al hecho de que a su avanzada edad continuó trabajando.

Geometría abstracta (1954)

Pese a todo ello, Isabel Santaló es una artista que ha sido borrada de la historia del arte en España, pese a contar con numerosas exposiciones colectivas como las realizadas en el Centro del Arte Abstracto Español en las décadas de 1950 y 1960, y con elogiosos ensayos de prestigiosos críticos, como Vicente Aguilera Cerni, o reconocidos escritores como José Manuel Caballero Bonald. Una mujer artista invisibilizada no es ninguna sorpresa y a nadie le puede sorprender. Isabel falleció en 2017.
Recientemente ha visto la luz “La visita y un jardín secreto”, un documental dirigido por Irene Borrego que rescata su memoria de artista.