Margarita Nelken


Nació en Madrid en 1894, hija de descendientes judíos alemanes, recibió una educación esmerada en literatura, música y pintura en el taller de su profesor, Eduardo Chicharro en París donde conoció a María Blanchard, con la que mantendría una amistad durante años, y a Diego Rivera. Desgraciadamente tuvo que abandonar su actividad artística debido a una dolencia en la vista.

Hablaba perfectamente francés y alemán y a los quince años escribió su primer artículo crítico sobre los frescos de Goya en San Antonio de la Florida para la prestigiosa revista de arte londinense The Studio. Se ha atribuido a Nelken la primera traducción de Kafka al español de “La metamorfosis” escribió también artículos para revistas tanto españolas como internacionales como The Studio, Le Mercure, La Esfera, Nuevo Mundo, Blanco y Negro, etc. Fue crítica de arte para diversos periódicos de Madrid y del extranjero: Los Lunes del Imparcial, El Fígaro, El Día, La Razón de Buenos Aires, Goteborg Handelstidning de Suecia. En 1917 publicó el primero de sus libros de crítica “Glosario. Obras y artistas” donde abordó una gran variedad de temas, artistas y corrientes de diversas épocas y países: Rodin, Gauguin, Van Gogh, El Greco, Solana, Zuloaga, Julio Romero de Torres y Picasso entre otros; demostrando su admiración y conocimiento del arte de vanguardia, nada habitual en la España de la época.

Simultáneamente impartió conferencias en el Museo del Prado, en el Museo de Arte Moderno, en el Museo Romántico y en el Museo de Louvre entre otros. Fue coordinadora de cursos de arte del Museo del Prado y fue la única mujer en formar parte como vocal de la junta del Patronato del Museo de Arte Moderno de Madrid, ocupó otros cargos culturales en el Ministerio de Instrucción Pública así como en otras  instituciones. Llegó a ser una de las estudiosas del arte más relevantes de los años veinte y treinta, sus artículos no olvidaron a los artistas contemporáneos como Julio Antonio, Mateo Inurria, José Clará o Víctor Nacho.

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De fuerte espíritu feminista siempre destacó por su lucha contra la pobreza y a favor de la igualdad, la libertad y la justicia. En 1919 escribió “La condición social de la mujer en España: su estado actual, un posible desarrollo”, y continuó esta línea de trabajos con “Maternología y puericultura” (1926), “En torno a nosotras (diálogo socrático)” (1927), “Las escritoras españolas (1930)” y “La mujer ante las Cortes Constituyentes” (1931). En el aspecto social destacó por ser la fundadora de la primera Casa de los Niños que hubo en España para madres trabajadoras, en el barrio de Las Ventas de Madrid.

Militante del Partido Socialista Obrero Español desde 1931, se presentó a las elecciones generales por la provincia de Badajoz, y volvió a ser elegida en las otras dos legislaturas de la República. Más tarde, ingresó en el partido comunista, siendo la única mujer parlamentaria durante la Segunda República. Fue contraria a otorgar el derecho de sufragio a la mujer en 1931, posición compartida también por Victoria Kent por la influencia que maridos y confesores podrían ejercer sobre su voto.

Tras el fracaso de la revolución de Asturias de 1934 se le retiró la inmunidad parlamentaria y fue procesada, pero hábilmente pudo huir a Francia antes de escuchar la sentencia y volvió a España a tiempo de participar en las elecciones de 1936 como candidata socialista del Frente Popular. Ante el alzamiento militar del 36  tuvo una destacada participación en armar y alentar a los trabajadores para hacer frente a los sublevados. Estuvo en los frentes de Extremadura y Toledo. Participó en la defensa de Madrid y organizó la Unión de Mujeres Antifascistas.

Pasó la última etapa de la guerra en Barcelona y fue la única diputada presente en la última reunión de las Cortes republicanas en suelo español, celebrada en los subterráneos del castillo de Figueras el 1 de febrero de 1939. Participó de diferentes formas  en la protección del patrimonio nacional, se ha documentado que contribuyó activamente para que el tesoro de la Catedral de Toledo fuera trasladado al Banco de España. Cuando entraron las tropas  nacionales en Barcelona Margarita Nelken daba su última conferencia en el Ateneo de esa ciudad, titulada “Picasso, artista y ciudadano de España”.

Exiliada en  Méjico se ganó la vida escribiendo y trabajando en la organización de Unión de Mujeres Españolas y en la Secretaría de Educación Pública. Ejerció como crítica de arte para el periódico Excelsior, donde publicó un artículo diario durante más de veintisiete años, vivió de las colaboraciones en revistas de todo el mundo y de las conferencias sobre literatura y arte en español, francés y alemán. Fue una de las críticas de arte más influyentes y respetadas en Méjico hasta su fallecimiento en 1968.


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