Natalia Sergeevna Goncharova nació en 1881 en Negaevo (Rusia), creció en la casa de sus abuelos en Ladyzhino, en la provincia de Tula, allí el campo y la cultura campesina que la rodearon tuvieron un profundo efecto que se mantuvo en ella hasta la edad adulta y que afectó definitivamente a su arte. Natalia provenía de una familia distinguida que cultivaba la cultura artística y la creatividad. Durante su juventud, estudió una amplia variedad de temas, incluyendo historia, zoología y botánica. Después de su educación, se matriculó en un curso de medicina, pero tan solo semanas después lo abandonó para reconocer  que su talento estaba en las artes, por lo que inició estudios de escultura en la Escuela de arte, escultura y arquitectura de Moscú.

Mijaíl Lariónov y Natalia Goncharova, se hicieron amigos en 1902 en el Konstantín Korovin cuando éste entró como profesor. Bajo la influencia de Larionov fue capaz de desarrollarse como artista y en 1901 ya era considerada como una gran pintora.

De repente me di cuenta de que la pintura podía hacer todo lo que la escultura no podía hacer

Gardening (1908 ) Tate Modern. Londres http://www.tate.org.uk/art/work/T00468

Más tarde renunció enérgicamente al arte de Europa occidental, lo criticó duramente mientras exaltaba al del este, alegando que era el que en aquellos momentos indicaba los avances que se estaban produciendo en el arte occidental, particularmente el de su Rusia natal. Con estas características desarrolló el tipo de arte con el que tuvo más éxito, el neo-primitivismo. La tradición del arte de los iconos ruso le interesaron enormemente por sus formas planas e inexpresivas y el elegante uso del color. Trajo esos elementos a un contexto específicamente moderno, conservando su inherente cultura. Sin embargo, sería un error pensar que Natalia descartara por completo su interés en el arte occidental, un talento significativo de ella fue reconocer el potencial de ambos y luego combinarlos.

Goncharova y Larionov  fueron los padres de la vanguardia rusa pre-revolucionaria, organizaron la exposición “La cola del burro” en 1912 y exponiendo con Der Blaue Reiter en Múnich el mismo año, también fueron extremadamente importantes en la organización de otras exposiciones y grupos según sus ideas. En 1913, Goncharova celebró una enorme exposición, siendo la primera vez  que una mujer artista expuso en Moscú mostrando 736 obras pese a la juventud de su carrera.

Finalmente, se establecieron en París, produciendo una gran cantidad de trabajo en diversos medios. De hecho, Goncharova diseñó escenografías de teatro para producciones independientes de Diaghilev, como por ejemplo «Cenicienta» de 1938 para el Coronel de Basil o «El barbero de Sevilla”, pero mención aparte merecen sus diseños de vestuarios. En ellos las líneas y volúmenes generales responden a la geometría y dinamismo de la abstracción y de las pautas futuristas, mientras el contenido desbordaba su pasión por las formas del arte tradicional estampados con motivos inspirados en el folklore.

Costume espagnole (Traje español) (1916) Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

En 1914 Natalia Goncharova, de la mano de Sergei Diáguilev diseñó la escenografía y el vestuario de “Le Coq d’Or” (El Gallo de Oro) para los Ballet Rusos, ballet inspirado en la ópera de igual nombre de Nikolái Rimski-Kórsakov y libreto de Vladímir Belski, basado en un poema de Pushkin, dado el éxito en 1916  el rey Alfonso XIII invitó a los ballets rusos para que visitaran España. La invitación del monarca fue bien recibida por la famosa compañía, que pudo así eludir los peligros inherentes a la Primera Guerra Mundial, ya que España mantuvo la neutralidad durante la contienda.

Durante su estancia en la península Gocharova trabajó por encargo de Diáguilev en dos ballets del coreógrafo Leonid Miasin “Rapsodia española” con música de  Maurice Ravel y “Triana” con música de Isaac Albéniz, pese a que ambos contaban con el apoyo del monarca no puedieron verse en escena. España tuvo un gran impacto en la obra posterior de Goncharova, aquí descubrió el color negro, pero no como ausencia, sino como presencia: como color y como luz.

En la serie española que Goncharova continuó pintando incluso hasta en los años treinta, están presentes elementos tan identificativos de nuestra cultura como la mantilla, el abanico, la peineta; pero los retratos ya no fueron de mujeres españolas en el aspecto figurativo, pasaron a convertirse en símbolos. El resultado de este inolvidable viaje se conoce como el “Ciclo español”.

A lo largo de su vida Natalia no descartó ninguna disciplina artística, trabajó escultura, pintura, escenografía, diseño de vestuario, ilustraciones de libros e impresiones. Incluso ilustró partituras musicales.

Bailarinas españolas (1916)

Murió en París en 1962 a la edad de 81 años después de una vida intensa.