Rosario Suárez-Castiello y Mumbert nació en 1893 en Madrid. Fue hija de Manuel José María Suárez Castiello y Espada, guatemalteco de origen asturiano, y de Ester Mumbert y López de Arbona, de origen catalán; el matrimonio tuvo cuatro hijos: Guillermo, Trinidad, Carmen y Rosario.

Rosario pasó su infancia en Madrid, rodeada de un ambiente académico y culto en el que el arte y la cultura eran enseñanzas habituales de su progenitor, con quien compartió su pasión por la pintura.

Su padre fue socio fundador de la Sociedad Fotográfica de Madrid, de la que llegó a ser su primer presidente, también pintaba y acudía al estudio de Casado del Alisal.

En un ambiente propicio para las artes, Rosario comenzó a dibujar y acudió a distintas academias particulares de Bellas Artes, pero no en una enseñanza oficial y reglada, sino más bien desarrollando una afición especial que finalmente la cautivó.

Rosario se casó muy joven y quedó viuda muy joven también. Su esposo, Adrián Gil, algo mayor que ella, falleció en unas vacaciones estivales en San Sebastián, debido a la gripe de 1918, dejando dos hijos: Rosarito, que nació ese mismo año y Adrián, que contaba solo tres años. A partir de ese momento, la vida de Rosario cambió, y pese a no tener estrecheces económicas, se dedicó por completo a sus hijos.

Unos años después retomó la pintura y frecuentó el ambiente artístico de la época. En abril de 1928 realizó una exposición en el Lyceum Club, recibieron muy buena crítica sus paisajes de Alcudia y de La Granja.

Su hija Rosario (s/f)

La revista Gran Mundo, la presenta bajo el subtítulo de “Las artistas que triunfan”, y en 1929 aparece una reseña en el Blanco y Negro de la nueva exposición de Rosario, en la que se recuerda que en la exposición del Lyceum presentó una gran obra titulada “Ritmo”, que también se expuso en esa ocasión, junto a obras que sostienen “con gran firmeza su fuerza expresiva. Un retrato titulado “Mi hija Rosario”, ofrece interesantes calidades”…

En una información publicada en el Heraldo de Madrid en junio de 1929, se comenta una nueva exposición colectiva celebrada en el “Salón de El Heraldo”, en la que participó junto a otras artistas como Maroussia Valero, María Luisa Pérez Herrero, Amparo González Figueroa, Marisa Roësset, Gisella Eiffnusi, María de los Angeles López Roberts y Lola de la Vega. Lo interesante de la muestra es que es de obras femeninas por vez primera agrupadas en Madrid y organizada por Teresa de Nyssen, quien seleccionó las pintoras que debían formar parte de la muestra. En 1934, participó en el Salón de Otoño.”.

La guerra fue un duro golpe para Rosario, que pasó en Madrid junto a su hija Rosarito, arrastrando distintos problemas de salud que mantuvo a lo largo de toda su vida, mientras su hijo Adrián estaba en el frente. La posguerra fue una etapa de superación interior y dedicación plena nuevamente a su familia, que la apartó de su vocación artística de forma pública. Vivió para sus hijos, una vida dedicada a los demás. Fue independiente y moderna para su tiempo, pero la tristeza vivida y las penurias provocadas por la guerra civil, fueron cicatrices que marcaron para siempre su existencia.

Ritmo (1928)

Vista de la exposición «Las sinsombrero» 

Rosario, además de pintar escribió poesía, artículos en distintas revistas y publicaciones literarias y culturales, que firmaba como Soledad Montes, también publicó dos novelas, “El punto de partida. Novela de psicología normales” (1951) y “Tres Romances ensoñados (1953).

Falleció el 18 de enero de 1986, cuando contaba con 93 años de edad.

http://apintoresyescultores.es/rosario-suarez-castiello/