De todo ese bagaje surgió un peculiar artista con una espléndida obra plástica que abarcó campos tan dispares como la crítica artística, la poesía, el dibujo, la escultura, la instalación artística, el vídeo, la música, la arquitectura y el urbanismo, pero sus proyectos destacaron principalmente por su interés en la investigación del espacio y que puso de manifiesto en toda su trayectoria.

Su obra comienza a tomar su forma definitiva cuando en el año 1968 Elena expuso por primera vez individualmente en la Galería Edurne y participó activamente en los primeros seminarios de Generación Automática de Formas Plásticas en el Centro de Cálculo de la UCM donde se experimentó con la conexión entre procesos artísticos y nuevas tecnologías, procedimiento que nunca abandonó. Más tarde también pudo participar en círculos experimentalistas, como el creado por un grupo de poetas Cooperativa de Producción Artística y Artesana, donde artes plásticas, poesía, filosofía, música o arquitectura pudieron coincidir en un proyecto único, desde el arte óptico hasta la pintura monocroma. Su mente abierta le apartó de las prácticas convencionales de la pintura, afianzándose en lo concreto, que para ella estaba unido a la combinatoria de las matemáticas, también fue pionera en incorporar elementos y materiales de oficinas como hilo de nylon, rotulares, adhesivos letraset, o cintas dymo, entre otros.

elena-asisns-antigona - Concha Mayordomo

En su obra destaca principalmente el rigor y la coherencia y en sus últimos trabajos se afanó en las infografías animadas, mostrando secuencias de líneas y formas geométricas que evolucionan ante los ojos del espectador.

De su enorme producción destaca la exposición retrospectiva realizada en el 2011 en el Museo Reina Sofía titulada “Fragmento de la memoria” en la que se expuso una selección de sus obras desde sus comienzos en los años 60 hasta ese 2011. Buena muestra de su interés social también pudo apreciarse un año después en su proyecto “Antígona”, basado en el mito de Sófocles, en la Galería Juana de Aizpuru de Madrid y en la que representó el enfrentamiento entre hombres y mujeres, sociedad e individuo, y pueblo y Estado.

Elena Asins trabajó en sus últimos años en una vieja casa rehabilitada por ella misma en la localidad navarra de Azpíroz de apenas 30 habitantes, donde creó la mayoría de sus últimas obras. Precisamente allí se encontraba desarrollando un proyecto para el Museo de la Universidad de Navarra, donde se iba a mostrar sus “Menires”, cuando falleció.

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Por último, cabe estacar que en 1988 obtuvo el primer premio en Zeitscrift für Kunst und Medien en Karlsruhe (Alemania) y que sus obras se encuentran el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo de Arte Abstracto de Cuenca, el Museo de Bellas Artes de Álava, el Instituto Valenciano de Arte Moderno, Fundación Banesto, la colección Unión FENOSA y el Museo de Bellas Artes de Bilbao, entre otras, así como en las más importantes colecciones de arte públicas y privadas. En 2006 el Consejo de Ministros de España la galardonó con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes del Gobierno de España, en 2011 el Premio Nacional de Artes Plásticas y en el 2012 el Premio de Fundación Arte y Mecenazgo.