Luisa Ignacia Roldán Villavicencio nació en Sevilla en 1652,  fue hija de Pedro Roldán, un reconocido maestro escultor e imaginero. Luisa creció rodeada de imágenes de vírgenes, ángeles y arcángeles y destacó de entre sus hermanos por su pronta vocación por la talla en madera, sin duda debido a su participación en el taller familiar de la ciudad del Guadalquivir en el que trabajó hasta su matrimonio en 1671.

Luisa, de carácter rebelde, no contó con la aprobación de su pare para obtener permiso para casarse, pero con su determinación tuvo que recurrir al juez para que fuera autorizado su matrimonio, rompiendo así con su familia y su pasado,  y se  casó con uno de los oficiales del taller, Luis Antonio de los Arcos.

Después de la etapa de aprendizaje y primeras obras realizadas en Sevilla, en 1686 se trasladó a Cádiz para realizar diversos trabajos encargados por el cabildo municipal y el catedralicio. En 1689, el matrimonio se trasladó a Madrid con el único hijo vivo de los cinco que había tenido, ya que la mortalidad infantil arrojaba cifras escandalosas en la España de aquella época y en Madrid tuvieron su sexta hija, María.

En esta nueva vida pudo mantenerse con la realización de muchas pequeñas imágenes o grupos de figuras en madera o barro pintados, que le compraban para altarcitos domésticos. Precisamente esas son sus obras más originales, son escenas amables de la vida de la Virgen, grupos de Nacimiento, o la Educación de Santa Ana, nacimientos de Cristo y, especialmente sus Vírgenes de la leche, como así se llama a estas representaciones de María amamantando a su hijo. En estas obras  La Roldana incorpora figuras de ángeles femeninos que se identifican con gruesos mechones de pelo ondulado.

Resultado de imagen de la roldana ecce homo -pinterestEl «Ecce Homo« que actualmente puede contemplarse en la capilla de San Sebastián de la catedral de Cádiz es una de las esculturas más significativas en la producción de Luisa Roldán por ser la primera obra perfectamente documentada de la artista, después de que durante los trabajos de restauración de la talla, realizados en 1984, apareció en su interior un documento autógrafo donde la escultora sevillana certificó su autoría y cronología.

Ecce Homo (1684)

En 1693 Luisa logró el suficiente reconocimiento para ser nombrada Escultora de Cámara del rey Carlos II, con un colosal «El arcángel San Miguel venciendo al demonio» que se encuentra actualmente en la clausura de los monjes del Monasterio del Escorial, título que ninguna mujer había conseguido antes. Una gran obra, no sólo por su tamaño, realizada en madera policromada, que según la leyenda que persigue esa pieza,  la cara del ángel es un autorretrato y la del demonio corresponde a la de Luis Antonio de los Arcos, su marido.

Pero pese a ese puesto, las circunstancias económicas del imperio español eran otras, mucha honra pero poco peculio, había empezado a declinar y acusaba una creciente falta de recursos, motivada por una deficiente administración y  corrupción. Se tienen noticias de que la propia esposa del embajador francés se quejaba de que ni siquiera en palacio había ni pan ni carne para comer y se pasaba hambre.

Aunque se asignó a la escultora un salario de cien ducados anuales, pero que no recibía con asiduidad, por lo que tuvo que hacer varias rogatorias para conseguir mantener a su familia. Las peticiones fueron primero al propio rey en 1693, en ella le solicitó la concesión de una habitación en las casas del Tesoro, lugar cercano al Alcázar donde vivían gran parte de los artistas de cámara, para poder sobrevivir. También su marido, que al parecer no conseguía tener fama de buen escultor, solicitó al rey el puesto de “ayuda de la furriela” para poder paliar en algún modo la miseria en que se encontraba la familia, pero que tampoco consiguió.

En el año 1700 murió Carlos II y el nuevo rey Felipe V, llegó a España un años más tarde. Luisa Roldán presentó al nuevo rey dos obras, un Entierro de Cristo y un Nacimiento, a la vez que le enviaba una solicitud para que se sirviera nombrarla nuevamente escultora de Cámara

El arcángel San Miguel venciendo al demonio (1692)

Solicitándole una casa para vivir y ración para mantenerse ella y sus hijos… pongo en consideración de Vuestra Majestad, que lo que sabe lo ejecuta en piedra, en madera, en barro, en bronce, en plata, y en otra cualquier materia.

Las peticiones continuaron por parte del matrimonio, hasta que en 1701 el nuevo rey le concedió otra vez el nombramiento de Escultora de Cámara. Carlos II había encargado a la escultora una imagen de Jesús Nazareno para enviarla como presente a Inocencio XI, pero ante el fallecimiento del papa en 1689, se destinó al monasterio de El Escorial. Finalmente, debido a la también muerte del rey, la escultura se quedó en el taller de La Roldana y pasó a poder de sus hijos, quienes se desprendieron de ella junto con una Dolorosa para ser enviada al convento de

Toda su obra escultórica fue de temática religiosa, siguiendo las directrices del Concilio de Trento de humanizar el arte de las imágenes, para poner la religión más cercana al pueblo. Realizó talas en madera de tamaño natural para procesionar, también de barro cocido con policromía y muchas de ellas de las llamadas “de candelero” o para vestir, así como también otras de pequeños grupos de devoción para particulares y conventos, con gran movimiento y expresividad como mandaba del arte barroco. De su última época son también un Arcángel San Miguel en el monasterio de las Descalzas Reales junto con un Ángel de la Guarda.

Desposorios místicos de Santa Catalina (1689-1690)

La Roldana murió a los 54 años, pobre hasta el extremo de ser enterrada de caridad, dejándonos su prodigiosa producción. Una obra que sabe ser dramática, casi viril, en la representación del dolor, de la pasión, y primorosa en sus deliciosos barros, pero le cabe el gran mérito de haber sido la primera escultora española registrada y ser una de las principales figuras de la escultura del Barroco.

 

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