
María Dolores Casanova Teruel nació el 13 de agosto de 1914 en Almería, pero pasó su niñez en Palma de Mallorca, donde llegó tras cortos intervalos en Valencia, Castellón y Manacor, motivados por la profesión de su padre, teniente de carabineros.
Perteneció a una familia numerosa, compuesta, en total, por diez hermanos y hermanas, vivió una infancia en extremo acomodada y feliz en Palma, tal como ella misma comentó a los quince años ya quería ser pintora, solicitó un profesor de pintura, pero se le negó en rotundo.
Pidió, entonces, clases de inglés y esto sí se le concedió. Aprendió inglés, francés e italiano, idiomas que, años después, se le revelarían como increíblemente útiles.
La familia lo perdió todo antes del inicio de la Guerra Civil y, en torno a 1940, se trasladó a Valencia, durante la posguerra, comenzaron las adversidades producidas por enfermedades sucesivas y simultáneas de su madre, su hermana pequeña Amparo, su padre y su hermano menor Quino (Joaquín).

Dama recostada (s/f)
Conforme al orden establecido por la sociedad franquista de la época, al ser soltera, la responsabilidad del cuidado recayó en ella, así como las tareas domésticas. Fue un largo periodo, marcado por la tragedia, que se consumó con el fallecimiento de su madre, a principios de los años cincuenta, y de su hermana, su padre y su hermano sanaron.
No obstante, casi inmediatamente se inició otra amarga etapa de necesidad económica en la que subsistió, a duras penas, impartiendo clases de idiomas en su domicilio, en academias y realquilando habitaciones. Las inquietudes artísticas que había sentido desde la adolescencia se vieron, pues, totalmente frustradas.
María Dolores Casanova rehuyó de manera consciente al matrimonio, No obstante, la auténtica rebelión no aconteció hasta que cesaron las exigencias familiares y la defunción de su padre. Desde ese momento Casanova se vio libre, para crearse una vida propia y dedicarse a la pintura. Con tal propósito, en 1964, se marchó a vivir París, estancia que, pese a ser breve, despertó definitivamente en ella el firme deseo de ser artista. A su regreso, comenzó a realizar sus primeras obras de forma autodidacta.
Aunque logró cobrar un subsidio de orfandad, este era compartido y no fue suficiente. Por ello, en 1965, su difícil situación económica le llevó a solicitar un empleo como camarera en un hotel de Llandudno, al norte de Gales, población a la que periódicamente y durante años se trasladó largas temporadas para trabajar.
En 1965, a su vuelta a España, se matriculó en el taller de dibujo de desnudo del natural del Círculo de Bellas Artes de Valencia. La pintora siempre consideró ese momento como el verdadero inicio de su andadura profesional. Dos años más tarde, consiguió mostrar su obra en la Sala de Arte Hoyo de Valencia («II Muestra», 1970), siendo esta la primera de sus muchas exposiciones individuales y colectivas.

Mi historial de Inglaterra (1972)
Si algo llamó la atención en la época a críticos y académicos fue la puesta en escena de sus exposiciones, ya que, junto a las obras, esta se conformaba por toda una serie de muñecas, maniquíes, bolsos, cojines, lazos, telas y pañuelos, entre otros enseres, dispuestos por todas partes y rodeando a las piezas. Esta escenografía delirante, caracterizada, sobre todo, por la fantasía, lo anacrónico, lo nostálgico y el horror vacui, formaba parte de su esencia como persona y como pintora y se evidenciaba, de igual manera, en su casa-estudio-museo, conocida en el mundo artístico valenciano como «Museo Casanova»
Emplazada en el número 1 de la Gran Vía Fernando el Católico de la ciudad de Valencia, en ella apenas entraba la luz del sol y no se sabía de qué color estaban pintadas las paredes, debido a la acumulación de cuadros acabados y por terminar, dibujos, postales, fotografías, puntillas, mantones, recortes de revistas, cintas, muñecas, sombreros y multitud de joyas y objetos decorados por ella misma, como bolsos, colgantes, cajitas, espejos e incluso peines.
Mención especial en la producción de Casanova merecen sus marcos, ya que la artista enmarcó personalmente la mayoría de sus creaciones y no solo eso, con frecuencia ornamentó las molduras de sus piezas de mediano y pequeño formato con bisutería, lentejuelas, perlas y fragmentos de espejo. Son los marcos decorados, intervenidos o, como los llamó la crítica con su beneplácito, «integrados a su obra», una fusión que rompe con la tradicional segregación marco-superficie plástica y se constituye como uno de los rasgos más singulares de su estilo.
A pesar de esta extravagancia, o quizás debido a ella, existió desde el comienzo en María Dolores Casanova una pretensión apenas disimulada de querer pasar a la Historia y de equipararse con los nombres ilustres de la pintura universal.
La artista tasó sus telas de gran formato en millones de pesetas, muy por encima de su precio de mercado, con la intención de que no pudiesen ser adquiridas por particulares y pasaran a formar parte del patrimonio artístico español.
Su ritmo de trabajo frenético y compulsivo, prescindía de los horarios habituales y pintaba tanto como podía, a veces de madrugada y el fijarse unos objetivos para la realización de un número determinado de obras a la semana entroncan con su intento de recuperar los años perdidos y dejar un vasto legado, a la altura de cualquier artista de renombre.
María Dolores Casanova falleció en Valencia en 2007, cuando contaba 91 años. Nunca quiso que la calificaran como pintora Naif, pero por su condición de autodidacta y su carácter lo fue, y sin duda una de las más importantes pintoras españolas en este estilo.
Extractado de:
CARMEN GUIRALT,1 SOFÍA BARRÓN
LA PINTURA DE MARÍA DOLORES CASANOVA (1914-2007): ESTUDIO DE SU TRAYECTORIA
Y OBRA ARTÍSTICA
https://www.facebook.com/people/Mar%C3%ADa-Dolores-Casanova-Teruel/100089662669271/?_rdr
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