María del Carmen Ruiz Corredoyra Baro, a veces conocida como María Corredoira y otras como Carmen Corredoyra, nació en La Coruña en 1893. Ciudad en la que transcurrió gran parte de su vida. Desde muy pequeña se apasionó por la pintura, animada por su madre fue su gran impulsora, posiblemente por pertenecer a una familia de artistas. Acudió a clases de dibujo donde ya comenzó a destacar pese a su edad centrándose en el retrato que practicaba con familiares y amistades.

Autorretrato (1918)

Con 18 años participó en la Exposición Regional de Galicia, donde obtuvo Medalla de Oro. A partir de entonces participó en varios concursos y exposiciones, entre ellas la Exposición de Arte Gallego que se celebró en el Centro Gallego de Madrid en 1912, con la que entró en contacto con las grandes figuras de la pintura y la escultura de Galicia, ella misma comenzó a trabajar la talla en madera.

En 1914 se trasladó a Madrid para completar sus formación, de su estancia en la capital han quedado retratos de tipo regionalista, siguiendo la corriente del  nacionalismo gallego que también se reflejó en las artes. Pero fue una estancia breve y poco después tomó la decisión de volver a Galicia donde trabajó una pintura de afiliación realista, si bien dotada de evidente espiritualidad.

Entre 1923 y 1926 realizó grandes exposiciones que le permitieron ser reconocida como una gran pintora y en 1929 fue nombrada miembro del Seminario de Estudios Gallegos. Sin embargo, con la llegada de la Segunda República su ideología conservadora, monárquica y cristiana cambió de manera drástica su actividad expositiva, planteando también un importante cambio estético y temático.

Interior (1932)

Con la aparición de la Guerra Civil, María Carmen abandonó su producción pictórica, pero fue nombrada miembro de la Asociación de Artistas Coruñesa, obteniendo un puesto de Ayudante de Dibujo Artístico en la Escuela de Artes y Oficios de La Coruña.

En 1938 fue elegida miembro de número de la Academia de Bellas Artes de La Coruña, que junto a María Dolores Díaz Baliño fueron las primeras en ser nombradas académicas y que ingresaron con los números 101 y 102, respectivamente, precedidas por lo tanto por un centenar de colegas varones

Al finalizar la guerra, María Carmen reanudó su carrera artística, desde entonces centrada completamente en los interiores de conventos como espacios de recogimiento, que se convirtieron en el tema único y central de su trabajo, prescindiendo de la figura humana y llenando los huecos de una profunda melancolía.

Destacan los interiores que realizó en las iglesias de San Nicolás y Santiago, Colegiata y en las capillas conventuales de las Capuchinas y las Bárbaras. También realizó interiores domésticos de luces atenuadas y exquisitas veladuras que reflejar un clima de paz, muy acordes con su sensibilidad.

Sin título (sin fecha)

Su última exposición tuvo lugar en La Coruña en 1966. Cuatro años antes de su muerte.

Su obra forma parte de las colecciones del Museo de Galicia, el Museo Municipal de Quiñones de León, en Vigo y en el Museo Provincial de Lugo. A lo largo de su vida sus pinturas fueron expuesta en varias ciudades españolas y obtuvo prestigio internacional ya que también estuvo presente en países como Argentina, Uruguay, Cuba, México e Inglaterra.

Sin embargo, sería una de las pintoras menos célebres de la Generación de 1916 al no existir parientes directos que difundieran su obra tras su muerte, en parte por la llegada de las vanguardias y, sobre todo, por ser una mujer. Como consecuencia de todo ello cayó en el olvido.

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