Nació en Zaragoza en 1898, inició sus estudios de dibujo y pintura con el profesor Enrique Gregorio Rocasolano en los talleres de pintura del Hospicio Provincial.

Retrato de Joaquina Zamora obra de la artista Cristina Recio

(2015)

En 1924 la Diputación Provincial de Zaragoza le concedió una beca, siendo la primera mujer que la obtuvo y que le permitió matricularse en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de San Fernando en Madrid donde estudió tres años y uno más prorrogado. Se especializó en bodegones, retratos y paisajes.

En 1919 participo en la primera exposición colectiva formando parte del grupo de pintores noveles e independientes y se celebró en el Casino Mercantil de Zaragoza y recibió grandes elogios de la crítica.  Su primera individual tuvo que esperar hasta 1933, también en el Centro Mercantil,  junto al escultor Ángel Bayod. En ese mismo año figuró en la edición del Espasa Calpe como uno de los más importantes valores del arte del momento.

Durante la Guerra Civil destacó como enfermera recibiendo la Medalla de Campaña por los servicios prestados, dado el curso que marcó la contienda, tuvo que marchar a Francia con la Cruz Roja.

Por su espíritu independiente, una vez terminada la guerra, volvió del exilio y se presentó ante la Junta de Burgos para pedir el reingreso en la capital Navarra; fue destinada a Calatayud, donde permaneció unos años. La carestía de medios la obligó a pintar sobre tela reutilizada de sacas de harina o talegas, tal era la escasez y penuria general de aquellos difíciles años, pero con la obras de esa época inició una nueva etapa hacia la introspección y una visión más intelectual.

Escalerica de Goicoechea (1942)

En 1939 pudo volver a Zaragoza y continuar su actividad artística, lo que le permitió evadirse de la asfixiante presión de una pequeña ciudad de provincias en la posguerra, sus pocos recursos la siguieron obligando a reutilizar el mismo lienzo una y otra vez, pero pudo participar en varios Salones y exposiciones, por lo que su nombre empezó a ser conocido y vender algunas pinturas, concretamente la titulada “Plaza de Albarracín” fue comprada por el Ayuntamiento de Zaragoza, lo que le sirvió de estímulo para seguir en ese camino. Abandonó las clases de Calatayud y comenzó a impartirlas en el Instituto Miguel Servet de Zaragoza, pero según ella misma comentó “pronto me cansé de la pobreza de los sueldos del Estado, dejando la enseñanza oficial”. Con sus pocos ahorros abrió una academia de dibujo y pintura acondicionando su propio domicilio. Rápidamente su academia fue alcanzando fama por ser muy exigente con sus discípulos, en su mayor parte alumnas. Por lo que entre la enseñanza y la práctica de la pintura en su propio estudio, fue pasando los oscuros años de la década.

Cabeza de mujer (1926)

Joaquina Zamora Sarrate, por su condición de mujer, se enfrentó al impedimento para manifestarse con plenitud artística pero, también, dada su académica formación y su entusiasmo expuso en la acreditada Sala Gaspar que le proporcionó el merecido prestigió. Su pintura siempre ha destacado por la corrección del dibujo; la organización de las masas de color,  la iluminación y por severidad de su pincelada, quizá como herencia inevitable de los que fueron sus maestros y sus más admirados artistas. En su actividad docente hay que destacar que impartió clases de dibujo durante varios años en el Instituto Técnico de Tarazona.

Su obra, cercana al impresionismo, es en gran parte propiedad de la Diputación Provincial de Zaragoza. La decana de los artistas plásticos de Aragón falleció cuando le quedaban tres meses para cumplir los 101 años, fue enterrada en su ciudad natal, la misma en la que vivió los últimos años de su vida.